DE MIS NOTAS

Imposición impertinente

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Nunca habrá momentos de alegrarse por la subida de impuestos. Por algo se llaman “impuestos”. Sin embargo, he de decir que hay momentos en los que la ocurrencia es tan impertinente como pretender ensalzar la ética de Ali Babá.

Así percibe la opinión pública la subida de impuestos. No ven mejoras en nada, sino empeoramiento en todo. No ven transparencia y calidad de gasto, sino la continuada opacidad y despilfarro de siempre. No ven que el mensaje anticorrupción cale profundamente en todos los sectores del Estado —a pesar de que hay algunas capturas con mucha exposición mediática—.

Hay propuestas concretas sobre la mesa: Cumpla también el Estado en devolverle el IVA a los exportadores, por ejemplo. ¿Por qué la doble moral de “paguen ustedes pero nosotros no”? En el caso del Instituto de Seguridad Social se desmorona internamente debido el déficit ocasionado por la prestación de servicios a las decenas de miles de afiliados al sector público sin el pago correspondiente. Surgen algunas propuestas innovadoras para devolverle al IGSS la posibilidad de cumplir con la razón de ser fundante del Instituto, y se recibe una avalancha de críticas tergiversándolas como si se estuviese violando el Santo Grial, cuando lo que se pretende es hacer “cumplir” con la prestación de servicios a los afiliados de acuerdo a los estatutos enmarcados en la ley. ¿Cómo devolverle al IGSS su original razón de ser, si también está inmerso en esta dicotomía entre lo que el “Estado sí puede hacer porque tiene el poder coercitivo de la ley aunque se ejecute en forma ilegal y se viole el estado de Derecho?

Todavía persiste la imagen —que más que imagen sin fundamento—, es la realidad de un Estado controlado por un nido de sindicalistas mafiosos haciéndole un daño terrible al país, utilizando la extorsión con su ya cansado lema de “o nos hacen caso o no los dejamos producir”.

El colapso hospitalario en buena parte se debe a la negativa de los sindicalistas de permitir la innovación de los procesos de compras y contrataciones por medio de outsourcing o subcontratación de servicios externos. Saben perfectamente que ahí está la plata: manejar las bodegas, los suministros, las cocinas, el mantenimiento. Lo mismo acontece en todos los ministerios.

Y no se trata tampoco de minimizar a los evasores que merecen todo el peso de la ley. Pero también es cierto que en no pocas ocasiones, lo que se presenta como una evasión no lo es, porque la SAT tiene grandes desafíos operativos de eficiencia y un cúmulo de restricciones legales que la limitan.

Por último, copio unos datos de un estudio elaborado por la Fundación Libertad y Desarrollo en el que da a conocer los verdaderos porcentajes que las empresas guatemaltecas pagan en relación a los demás países:

“Si se considera el aporte como “proporción de la recaudación tributaria total”, las empresas en Guatemala contribuyen más que en cualquiera de los 34 países miembros de la OECD, la organización que aglutina a la mayoría de los países desarrollados del mundo. No obstante, se sigue insistiendo en que las empresas guatemaltecas aportan poco a las arcas del Estado. Se ha creado un auténtico mito que impide evaluar con objetividad la realidad fiscal del país.

Las empresas ubicadas en nuestro territorio pagan más impuestos directos, como proporción del PIB, que en todos los países nórdicos, exceptuando Noruega, y más que en otros países desarrollados como Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Alemania y Francia. Este dato demuestra de forma contundente que las empresas en Guatemala sí pagan impuestos, y que de hecho realizan un mayor esfuerzo fiscal que sus similares ubicadas en varios países desarrollados. http://www.fundacionlibertad.com/node/16476

Y aun así, ¿quieren subirlos?

alfredkalt@gmail.com

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