SIN FRONTERAS

Incluir o fracasar

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“Acortar la distancia hacia el desarrollo” es el objetivo que se traza el sector privado en el rediseño exigido regionalmente a los modelos económicos de nuestro país, que han propiciado que las oportunidades de crecimiento humano estén acaparadas por una élite de la población. “Acortar distancias” es parte fundamental del eslogan, y con esto proponen la creación de metrópolis regionales como una alternativa más cercana para quienes emigran por razones económicas, desde la ruralidad remota, hacia Estados Unidos.

En ese contexto, el encuentro anual empresarial —Enade 2016— centró su propuesta en la creación de nueve nodos urbanos regionales en el país, adoptando el concepto de las “Ciudades Intermedias”. En su visión, estas habrán de servir para atraer inversión empresarial que genere empleos, actualmente escasos en dichas zonas.

El desafío será mayúsculo para un empresariado nacional, que según palabras del presidente del Cacif, José González-Campo, no ha tenido como función natural el llevar esperanza y paz a esos lugares. Y para superar el reto se invitó como expositores principales a Jordi Hereu y Sergio Fajardo, dos exgobernantes locales de Barcelona y Medellín, quienes alinearon sus mensajes, el primero, en la experiencia catalana de la apertura de su ciudad a la diversidad cultural, y el segundo, en lo imperativo para los países latinoamericanos de reducir el muro de la desigualdad, partiendo de una educación privilegiada para los más humildes.

En realidad, los discursos estelares sonaron discordantes con corrientes tradicionales que, en lugar de diversidad cultural, promueven la homogeneización de las distintas realidades nacionales en “una sola Guatemala”, y que plantean la generación de riqueza, en vez de buscar reducir la brecha que sitúa a Guatemala entre las catorce naciones más desiguales del mundo, según el Coeficiente de Gini.

A todo lo dicho durante la noche, respondió con sus palabras conclusivas Felipe Bosch, presidente fiduciario de Fundesa, organizadora misma del evento, cuyo mensaje pintó a la comunidad internacional como incitadora de conflictividad y quien adelantó una visión eminentemente ladina para esas ciudades intermedias, al expresar que la jurisdicción indígena es negativa para el país.

Equilibrar oportunidades es el reto eterno en Guatemala. Pero la política regional empuja a que esto se logre pronto. La gran pregunta es si los sectores lograrán plantearse la existencia de una Guatemala distinta a la ladina capitalina, y si podrán, como dijo Hereu, aprender a crear ciudades que respeten el que todos vienen de donde vienen y que todos son quienes son.

Para poner esto en práctica, al diseñar las nuevas urbes, los empresarios deberán ampliar los espacios de participación a científicos y a las comunidades mismas. Caso contrario, los jóvenes no llegarán a sus ciudades intermedias, y continuarán confiando más en un coyote que en modelos que no les serán propios, y seguirán afrontando juntos los calores del desierto mexicano, y esperándolos del otro lado estará la política exterior estadounidense, y de vuelta vendrá la depresión instalada y los medios continuarán fotografiando el drama doloroso, e injustamente se impondrán sobre las familias nuevas etiquetas por no haber encontrado espacio abierto para su cultura ancestral en modelos intermedios diseñados en el salón corporativo.

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