EDITORIAL

Indolencia ambiental

Recién se había conocido la condena a 15 años de prisión contra Roxana Baldetti, por la estafa que se intentó cometer con la limpieza del Lago de Amatitlán, cuando en una total muestra de falta de preparación política, improvisación comunicativa y descontextualización de la realidad, el vicepresidente Jafeth Cabrera anunciaba que se necesitaban 150 millones de quetzales para insistir en un supuesto proyecto de saneamiento.

Sin duda se trata de un distractor más, porque si tal tarea fuera posible, necesitaría mucho más que dinero: requeriría, sobre todo, voluntad y compromiso por hacer cumplir leyes y reglamentos, lo cual hasta ahora ningún gobierno central o municipal ha asumido con entereza. Otra evidencia de que se trata de un plan espurio es que se anuncia cuando ya quedan 450 días de gobierno, tiempo a todas luces insuficiente para impulsar las supuestas acciones, que incluirían compra de terrenos.

La magnitud de ese problema se volvió a constatar esta semana, en la cual se acentuaron las torrenciales lluvias que arrastraron cientos de toneladas de basura hacia el moribundo lago, lo cual ha ocurrido en los últimos años sin que las comunas actúen con seriedad para evitar esa descarga de desechos sólidos.

Lo más dramático y reprochable es que esto ocurre cada día, pues ingentes cantidades de botellas, bolsas y otros desechos desembocan en el lago sin que se vislumbren planes de prevención.

No puede ser que cada año vayan en aumento los desechos sólidos que terminan convirtiendo el Lago de Amatitlán en el basurero flotante más grande del continente, encima de que no solo haya crecido el presupuesto para prevenir que eso suceda y que ahora el vicepresidente pretenda burlarse de la inteligencia de los guatemaltecos al proponer una cifra escandalosa para su rescate, cuando este gobierno no ha tenido la menor preocupación por los temas ambientales.

Las cifras de toneladas de desechos que terminaron en el lago, reportadas por la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Amatitlán se refieren a lluvias de los últimos días, lo que implica que a lo largo del invierno esos números serían más que vergonzosos.

De hecho, la protección ambiental ha estado dirigida por un improvisado ministro, al que le ha interesado figurar en actividades totalmente ajenas a su cartera, en una clara campaña anticipada. Tan mediocre gestión solo es posible gracias a la tolerancia, si no es que connivencia con su inmediato superior, que parece alimentarse más bien de adulaciones de advenedizos.

El Lago de Amatitlán no es el único que está en riesgo, pues también para el de Atitlán se describe un cuadro agónico. El de Izabal ha sido utilizado como criadero de tilapias, mediante proyectos avalados por la misma cartera de Ambiente, quién sabe a través de qué gestiones, a pesar de que tal cultivo crea una contaminación masiva y eventualmente es un riesgo para la fauna acuática nativa, debido a la voracidad de esta especie, que al fugarse a aguas abiertas ha causado estragos en otros ecosistemas.

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