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Israel, el reloj de Dios

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Dentro de tres días se estará celebrando el aniversario de los 70 años de la fundación del Estado de Israel. De hecho, el presidente de Guatemala viajará para inaugurar la embajada de Guatemala en Jerusalén, convirtiéndose en el segundo país a nivel mundial que traslada su sede diplomática allí, después de EE. UU.

El debate aquí no es si Dios existe o no, sino explicar las razones por las cuales Israel es importante para los cristianos, que también merecen respeto en sus creencias y fe.

Desde 1948 el Medio Oriente ha ocupado la atención del mundo, más que ninguna otra región en el planeta. Incluso ahora mismo hay serios problemas en ese lugar, por lo que muchos teólogos y estudiosos de la biblia determinaron que Israel es el reloj de Dios y que esta “Tierra Santa” es la que marcará las agujas de los acontecimientos que anuncian el final de los tiempos.

Este hecho genera tanta expectativa, al punto que muchos se han atrevido incluso a poner fechas para anunciar el fin del mundo, situación que el mismo Jesús anunció que ocurriría y para evitar engaños dijo: “Nadie sabe el día y la hora, solo mi Padre que está en los cielos”, pero también dijo que habría señales de su próxima venida, para que la gente se preparara.

Las profecías bíblicas sobre Israel se han cumplido casi en su totalidad desde 1948, cuando se había profetizado que esta nación nacería en un día, y fue así cuando milagrosamente el 14 de mayo de ese mismo año las Naciones Unidas lo declararon un Estado independiente. A partir de ese día israelitas de todo el mundo llegaron a su patria después de 2 mil años de estar dispersos, y hoy sus ciudadanos son más de seis millones.

Israel florecería como un vergel. Ese territorio que por siglos estuvo desolado, en los últimos años se ha convertido gracias a su tecnología para irrigación en un país fructífero, que exporta frutas, verduras, flores y plantas ornamentales que generan más de mil millones de dólares al año. Lograron restaurar el idioma hebreo, que ya era una lengua muerta, y también el siclo o shekel, moneda que se utilizaba antes de Cristo.

Según las Sagradas Escrituras, el resurgimiento del Estado de Israel ha sido siempre un requisito previo para el cumplimiento del destino profético de todas las naciones, y a partir del año 1948 arrancó la cuenta regresiva hacia la segunda venida de Jesucristo y el final de la era.

Durante miles de años se ha tratado de descifrar el significado de las palabras de Jesús, escritas en Mateo 24, utilizando la analogía descriptiva de una “higuera”, para explicar a sus discípulos acerca de cómo podemos entender el tiempo de su regreso a Israel en su segunda venida. El gran debate sobre este pasaje ha sido acerca de si la higuera simboliza a la nación de Israel y también su afirmación sobre que no pasaría esta generación sin que todo esto aconteciera. Pero, ¿cuál generación? Y, ¿cuándo empieza ese tiempo?

Sin Israel, las profecías de los tiempos finales simplemente no pueden cumplirse. Porque cuando Jesús dijo “esta generación no pasará”, se refería al lapso de vida de las personas que nacieron en 1948, junto con el Estado de Israel. Según el Salmo 90:10, se explica que 70 años es el lapso de una generación, lo que significa que hemos llegado al tiempo límite que se describe en Mateo 24. Y esto es lo que está generando gran expectativa para los cristianos.

Uno de los eventos que quedará pendiente en este contexto es “El rapto”, donde se espera que en cualquier momento millones de creyentes desaparezcan del mundo en un abrir y cerrar de ojos. Este será el inicio de una sucesión de hechos para la humanidad. Pero, aunque falte mucho o poco para que todo esto acontezca, lo importante es estar preparados.

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