El presidente Jimmy Morales Cabrera confesó el miércoles su idea de buscar la reelección, o sea adoptar la línea de gobernantes como el boliviano Evo Morales y Nicolás Maduro o Raúl Castro, entre otros dictadores latinoamericanos dispuestos a sacrificarse por la patria por más tiempo de lo establecido legalmente. Para evitar críticas de quienes con humor negro se identificaron alguna vez como “jimmyliebers” reproduzco la frase. Dijo textualmente: “quiero decirles que esta noticia tal vez no va a ser titular de ningún medio de comunicación. Hace algunos meses dije que qué bueno que no hay reelección, pero al ver los ojos de estos niños y de estas niñas sí dan ganas de seguir trabajando y de tener otro período para poder servir a mi país, digan lo que digan”.

Se equivocó de nuevo. La prensa sí publicó esa nueva jimmyocurrencia y sin duda más comentaristas se referirán a cómo se pueden interpretar las razones, en base no solo a la experiencia periodística sino de analistas. Es necesario señalar la seriedad de su comentario, como fue serio aunque envuelto en sonrisas el de ofrecerle mano de obra barata guatemalteca a Donald Trump para permitirle construir el muro con el cual ya cambió la percepción latinoamericana hacia Estados Unidos. Morales no está bromeando. Y no lo está haciendo porque sin duda alguna han hecho mella en él las ideas reeleccionistas de quien se considera en este momento el presidente de facto de Guatemala, quien incluso intentó presentarse como candidato hace algunos años.

La frasecita debe incluso ser motivo de una solicitud de antejuicio, porque viola de manera abierta y descarada las leyes nacionales de mayor rango. Una persona ocupante de su cargo no se puede dar el lujo de expresiones de esa naturaleza, porque las bromas no tienen lugar cuando habla en público. Su explicación de hacerlo “al ver los ojos de los niños”, es una burla grotesca a la inteligencia de los guatemaltecos, porque talvez quisiera verlos llorando de la emoción. Hacerlo en el día de la vacunación, coincidente con su anuncio de cambios totales en la estructura militar del país, solo permite una interpretación: está asegurándose de la gratitud de estos oficiales como forma de eliminar cualquier presión del Ejército, convertido en potencial cómplice de una ilegalidad.

Ese mismo día se realizó la presentación del foro “¿Guatemala, estado democrático o estado capturado?”, en el cual Dionisio Gutiérrez lanzó una de las críticas más ásperas contra el gobernante, cuyo vocero calificó correctamente la actividad como un acto privado y por tanto sin motivo para una invitación al mandatario. En este ambiente, el mandatario y su anuncio de aspirar buscar la reelección a causa de haber visto los ojos de los niños, solo demuestra cómo el plan de equipo gobernante tras bambalinas está dispuesto a todo. Por aparte, por cierto, agradezco el comentario favorable a Prensa Libre, Guatevisión, Haroldo Sánchez y hacia mi persona, entre otros colegas, aunque en realidad solamente se ha cumplido con el deber periodístico.

Debo señalar, por último, el inicio de una nueva batalla cívica no solo contra el presidente Morales sino contra quienes lo apoyarán, especialmente dentro del Congreso, cuyos integrantes indudablemente no desperdiciarán esta nueva oportunidad para comprobarle a los guatemaltecos su decisión de unirse de manera irresponsable a estos intentos burdos de sacar al país de la poca institucionalidad aun prevaleciente. El rechazo de las instituciones y de los ciudadanos debe ser no solo inmediato sino frontal. Esta vez de verdad el presidente oficial de Guatemala se salió totalmente de cualquier límite. Ojalá alguien se lo explique, pero debe ser lejano a su rosca. Sería bueno hacer una encuesta profesional con la pregunta “¿Aprueba usted la reelección de Jimmy?”