TIERRA NUESTRA
La abuela indígena ilumina el camino
Nunca antes las alamedas —como lo recalcó visionariamente Salvador Allende, refiriéndose a su Chile querido, minutos antes de morir— han estado tan abiertas para las organizaciones sociales guatemaltecas como ahora. Básicamente por dos razones: 1. Porque todos los partidos políticos electoreros están aniquilados y con estos sus cuadros tradicionales, que por más subterfugios que implementen para volver a presentarse como “opciones diferentes”, la población los descarta rotundamente. 2. Porque las organizaciones sociales que siempre fueron marginadas del sistema político resistieron estoicamente durante décadas, desde embestidas mediáticas hasta acciones violentas y cobardes. Estas organizaciones sociales que enarbolan los derechos del campesinado, de los indígenas, de las mujeres, de los trabajadores urbanos, de los pobladores de asentamientos y de los vendedores ambulantes, entre otros, hoy saludan a la historia y visualizan ya esos caminos de cambio para construir la nueva Guatemala que todos anhelamos.
En ese contexto histórico y quizá irrepetible es donde todas las dirigencias de esas organizaciones deben aceptar su inmensa responsabilidad para aceptar el desafío. Un desafío que debe concluir con la creación de una plataforma social para la verdadera unidad nacional. Y esa responsabilidad implica el compromiso transparente y decidido para hacer de la diversidad una suma cualitativa que nos conduzca a la unidad. Campesinos, maestros, trabajadores públicos, obreros, pobladores, académicos y pequeños empresarios, entre otros, que lo que deseamos es justicia social, oportunidades para trabajar de sol a sol, devengar salarios justos, poseer un sistema de salud digno y funcional, escuelas que iluminen la mente de nuestros niños y jóvenes, seguridad ciudadana y la constitución de un verdadero Estado de Derecho. Guatemala dejó de ser un país sometido a la voluntad de la partidocracia corrupta y la cleptocracia.
He estado en contacto con diversos colectivos sociales. Y en todos he encontrado una disponibilidad y un optimismo tan contagioso, que las esperanzas de crear esa plataforma social de unidad, seguro estoy, están más cerca que nunca. Algunos de sus líderes, particularmente de las organizaciones políticas de izquierda, aceptan con humildad sus errores producto de la intolerancia y la débil capacidad de negociación que han tenido. Están conscientes de que Guatemala cambió y que pueden sumar su experiencia a este importante e impostergable movimiento. Los ejes que he apreciado entrecruzan a estas organizaciones son básicamente: 1. El desarrollo socioeconómico para todos. 2. Realidad agraria y derechos del campesinado. 3. Realidad urbana y derechos de los trabajadores de las ciudades. 4. Pequeñas y medianas empresas, así como la importancia del cooperativismo. 5. La seguridad ciudadana integral, desde la seguridad ante la delincuencia hasta la seguridad de contar con escuelas y hospitales para todos. 6. Preservación de los recursos naturales y protección del medio ambiente. De hecho, la agenda que debe tener el próximo gobierno para implementar por primera vez verdaderas políticas públicas científicas y sustentables. No será fácil la articulación de esa gran plataforma, pero su existencia es impostergable. Esa abuela indígena que le enseña por tradición a su nieta cómo se opera un telar de cintura es la guía para todos: tejer con paciencia e integrar los colores de la vida, con la esperanza de ver nacer esa obra que por fin nos permita reír y creer de nuevo en la Guatemala posible, una Guatemala para todos.
manuelvillacorta@yahoo.com