IDEAS

La consulta que no es consulta

A menos que la CC diga lo contrario, el domingo se realizará la consulta popular sobre el caso de Belice y, aunque la asistencia va a ser muy escasa, considero que ganará el “Sí”. Como esto ya es casi un hecho que no cambiará por lo que yo diga en esta columna, quiero aprovechar para reflexionar sobre el engaño “democrático” perpetrado por las dictaduras de los gobernantes y burócratas en contra de ciudadanos desinformados que como borreguitos van al matadero sin siquiera percatarse de la manipulación de la que son objeto.

¿A qué me refiero? A que una consulta del tipo que se va a realizar este fin de semana en Guatemala no es realmente una consulta, no es democrática, mucho menos republicana. Es un vil engaño a la ciudadanía perpetrado por los gobernantes y los burócratas. ¿En qué consiste el engaño? En que ellos ya decidieron lo que se va a hacer y eso es lo que se hará, indistintamente de lo que piense la ciudadanía.

En este tipo de “consulta”, si la gente vota por el “No”, para los gobernantes no quiere decir que la gente no está de acuerdo con las acciones que ellos realizaron, sino simplemente que la gente no ha “entendido” que ellos ya decidieron previamente lo mejor. Por tanto, ese “No” no quiere decir que se deben hacer las cosas de manera distinta, sino solamente que la gente está confundida y que hay que darles más tiempo para que “entiendan”, así que solo hay que dejar pasar un tiempo y volverles a preguntar, a ver si ya entendieron y ahora votan por el “Sí”, que es lo “correcto” (según ellos). Y si siguen votando “No”, hay que seguirles preguntando cada cierto tiempo hasta que se cansen y respondan que “Sí”.

Eso no es una consulta, es imponer un criterio, esté o no de acuerdo la ciudadanía. Por lo menos deberían ser honestos y decirle a la gente que no le están preguntando si está de acuerdo o no, sino que únicamente necesitan cumplir con el requisito formal de hacer una “consulta” en donde la gente diga que “Sí”.

Si fuera una verdadera consulta para que sea la ciudadanía la que decida, en caso de que la respuesta fuera “No”, se debería entender como que la ciudadanía no está de acuerdo con el proceso realizado y que entonces los funcionarios tienen el mandato legal para iniciar de nuevo —en otros términos— el proceso de negociación. Que si el nuevo proceso va a llevar otro par de décadas o más, sería irrelevante porque eso es lo que habría decidido la población.

Si fuera un verdadero “ejercicio democrático” —no digamos republicano— la decisión de la ciudadanía debiera ser la que prevalezca indistintamente de lo que piensen los funcionarios públicos. Si no, ¿para qué perder valiosos tiempo y recursos preguntándoles? Irónicamente, un buen ejemplo reciente de una consulta en donde se acató la decisión de la mayoría, a pesar de que muchos funcionarios no estaban de acuerdo con ella, fue el brexit —sí, en el “tenebroso” Reino Unido, causante original de la actual “consulta” guatemalteca—.

Así que no se engañe y que no lo engañen. Esto no es una consulta. Su decisión es irrelevante y se va a hacer lo que los gobernantes y burócratas ya decidieron, le guste a usted o no. Ya con esto aclarado, usted puede decidir, por ejemplo, que votara por el “Sí” porque considera que es una “buena imposición” y es mejor salir de este entuerto de una vez. O puede ir a votar que ”Sí” por la sola razón de que si gana el “No” y repiten la “consulta” nos va a salir muy caro a los tributarios cada reconsulta. O puede ir a votar que “No” porque le molesta que le quieran ver la cara de baboso, aunque sepa que esa oposición será fútil. Pero eso sí, no se crea el cuento de que su opinión vale algo en este proceso.

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