IMAGEN ES PERCEPCIÓN
La Contraloría, ¿un elefante blanco?
Para los guatemaltecos la imagen que proyecta la Contraloría General de Cuentas es la de una institución decorativa e inútil, es vox populi que desde hace 20 años ha estado cooptada por grupos oscuros que, además, la han politizado, siendo percibida como una entidad que tiene un alto costo de mantenimiento y pocos beneficios para el Estado.
Por esta razón se tiende a cometer el error de ponerle poca atención a la elección del Contralor, ignorando que esta figura es clave para la fiscalización de los recursos públicos y si este actuara con inteligencia, ética y profesionalismo podría frenar la corrupción estatal. Por lo que la idoneidad de la persona que dirija la Contraloría es vital para el fortalecimiento institucional en el sector público.
Esta semana la Comisión de Postulación entregó al Congreso el listado de los seis profesionales dentro de los cuales se elegirá al próximo contralor, tristemente se les coló en la nómina personas que huelen a Carlos Mencos y esto podría ser nefasto, porque significaría darle continuidad a un sistema inoperante y corrupto. No debe olvidarse que el nombre del excontralor fue nombrado varias veces en el caso de La Línea, con el alias El Cardenal.
Sin duda las administraciones anteriores han sido las responsables de convertir a la Contraloría en un elefante blanco y bueno para nada. Por eso debe cortarse de raíz toda vinculación con administraciones pasadas y llevar a esa entidad gente nueva, con una mentalidad fresca, pero, sobre todo, que nunca jamás hayan trabajado allí. Es el momento de exigir un cambio radical a una entidad politizada y que actúa selectivamente a su conveniencia.
Indiscutiblemente deben ser relevados los líderes de esa institución, que junto con Mencos han estado por años haciendo un trabajo poco eficiente, es necesario refrescar los procesos drásticamente, de otra manera no esperemos que haya resultados diferentes.
Otro punto importante es la modernización tecnológica para estar a la altura del siglo XXI, el objetivo debe ser fortalecer los procesos de fiscalización, control preventivo y correctivo de las auditorías. Es necesario que la Contraloría sea dotada con “dientes” para poder tener la fuerza necesaria de controlar el erario público.
Esta elección debe vigilarse de cerca, no solo por el peso que tiene esta institución fiscalizadora, sino porque serán ellos los que deberán entregar los finiquitos a los candidatos que pretendan optar a cargos públicos para las elecciones generales en 2019.
Los diputados al momento de hacer la elección deben considerar la currícula de los candidatos que integran la nómina, privilegiando la capacidad antes que la conveniencia e intereses políticos. Primero que nada, deben considerar la ponderación que obtuvo cada uno de los aspirantes, porque, en ese sentido, la Postuladora hizo un trabajo minucioso, analizando capacidades, estudios, trayectoria profesional, académica y experiencia. Deben considerar también las vinculaciones que han tenido los aspirantes dentro de la Contraloría, porque lejos de ser favorable es un mal precedente, por el pésimo desempeño de esta institución
La sociedad civil debe estar vigilante de esta fase final de este proceso, conocer los nombres y trayectoria de quienes integran la nómina: César Elías, actual subcontralor de Probidad de Gasto Público de la CGC; Edwin Humberto Salazar, exdirector de la CGC; Vilma del Rosario Xicará Tahay, exviceministra de Gobernación; Alejandro González Portocarrero, exintendente de Aduanas; Jorge Enrique Dávila Martínez, exintegrante del Directorio de la SAT, y Carlos Humberto Echeverría, profesional independiente que no se ha desempeñado en el sector público.
Imagen_es_percepcion@yahoo.com