LIBERAL SIN NEO

La danza del quetzal

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En términos generales, los exportadores ven con simpatía la depreciación del quetzal, ya que recibirían más quetzales por cada dólar cobrado por exportaciones. Los importadores, en cambio, prefieren ver un quetzal fuerte y un dólar barato, ya que se requiere menos quetzales para comprar un dólar para efectuar importaciones. Este es el eterno estira y encoje con respecto al tipo de cambio. ¿Cuál debiera ser el tipo de cambio? No sé y creo que nadie más lo sabe; pero algunos creen saberlo.

En teoría, el tipo de cambio es determinado por el mercado, la oferta y demanda de divisas. La oferta de divisas está constituida fundamentalmente por las exportaciones, las remesas, el turismo y créditos del exterior. Quien exporta un contenedor de brócoli, café o artesanías, recibe dólares en pago y los ofrecerá en el mercado a cambio de quetzales. Quien recibe una remesa del exterior, venderá —ofrecerá— esos dólares para obtener quetzales. La demanda está constituida principalmente por las importaciones, viajes al exterior y el pago de créditos al exterior. Quien importa un contenedor de maquinaria, fertilizante o muebles, usa quetzales para comprar —demandar— los dólares para pagar su importación. Las ventas de dólares, entonces, constituyen la oferta y las compras, la demanda; miles de transacciones diarias que dan forma al precio de una moneda en términos de la otra.

En la práctica, lo que se tiene se conoce como una “flotación sucia”. Si el Banguat percibe que el tipo de cambio está “muy alto”, digamos cercano a Q8 X US$1, sale al mercado a vender dólares, procurando que la mayor oferta baje el tipo de cambio a niveles que le parecen adecuados. Si por el contrario, el Banguat percibe que el tipo de cambio está “muy bajo”, digamos cercano a Q7.20 X US$1, entonces sale al mercado a comprar dólares, buscando que la mayor demanda haga que el tipo de cambio suba. El Banguat puede hacer esto, ya que cuenta con reservas superiores a US$9 mil millones si quiere vender dólares y literalmente, tiene la fábrica de quetzales si se propone comprar dólares. El hecho que el Banguat tenga reservas de más de US$ 9 mil millones, significa que ha puesto en circulación los quetzales necesarios para comprar cada uno de esos dólares, creando presiones inflacionarias.

Parte del “problema”, si se le puede llamar así, es la lluvia de dólares que cae sobre Guatemala, producto de las remesas, que este año superarán los US$ 6 mil millones. Esta es una fuerte inyección de oferta de dólares, que tiene por efecto que el dólar se abarate en términos de quetzales. En realidad, sin intervención, hace años que el quetzal se hubiera apreciado significativamente. Esto hace que las importaciones se abaraten y las exportaciones sean menos rentables; de allí el estira y encoje. Los dólares se monetizan, el Banguat produce quetzales para comprarlos y acumular reservas, creando presiones inflacionarias. Por otro lado, el Banguat mantiene una política agresiva de “neutralización” de liquidez, poniendo a la venta títulos valores que compran los bancos, para retirar quetzales de circulación. A la fecha, el Banguat tiene “neutralizados” más de Q27 mil millones, por los que paga intereses e incurre en pérdidas. Dicho de manera simple, el Banguat mete quetzales al sistema con una mano y los retira con otra, buscando manipular el tipo de cambio con una y controlar la inflación con la otra. Es un juego delicado que funciona mientras funciona, pero acumula costos, que quizás no son fáciles de advertir.

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