PUNTO DE ENCUENTRO

La magia de los libros

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Durante la Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua) del año pasado sucedió un episodio inesperado. Es ese tipo de cosas que ocurren alrededor de los libros, que difícilmente se repiten en otro ámbito que no sea el de la música o el de la lectura.

Resulta que un ejemplar antiguo del libro Guayacán, de 1962, impreso por la editorial José de Pineda Ibarra, que tenía una dedicatoria del puño y letra de su autor Virgilio Rodríguez Macal, estaba a la venta en una de las estanterías de libros usados. Un asiduo lector y seguidor del escritor lo encontró y escribió un tuit que acompañó con la fotografía de la dedicatoria, que dice así: “Para el doctor Abel Paredes Luna, celebrando emocionadamente el encuentro entre él y Guayacán. Cordialmente, Virgilio Rodríguez Macal”.

Abel Paredes Luna fue mi abuelo materno, médico y cirujano y también escritor. Leía de todo y cada noche se sentaba en un sillón, al lado de su tocadiscos, para disfrutar de sus libros y sus discos de tango y música clásica. Esa es quizá la imagen más clara con la que le recuerdo. Pues bien, por alguna razón, ese ejemplar que fue de mi abuelo terminó con uno de los libreros guatemaltecos presentes en la Filgua y, para nuestra buena suerte, lo encontró Roberto García Ovalle, a quien yo no conocía, y quien decidió publicar un tuit sobre el hallazgo.

Le respondí a su publicación en redes preguntándole en qué librería de la Filgua había encontrado aquella “joya” familiar para ver si lograba recuperarla. Me respondió que él lo había adquirido y se ofreció inmediatamente a obsequiármelo. Aquello completó este episodio extraordinario que terminó con un intercambio del viejo ejemplar de Guayacán por uno de una edición actual, actitud que dice mucho de su calidad personal y por la cual le sigo aún agradecida.

Así conocí al abogado Roberto, quien además de jurista es tuitero y un lector empedernido. Me contó que Rodríguez Macal es uno de sus autores favoritos y que aquel ejemplar de Guayacán le atrajo no solamente porque tenía una dedicatoria del autor, sino porque la persona a quien había pertenecido —luego se enteró de que era mi abuelo— había anotado al inicio de cada capítulo la fecha en la que empezaba la lectura y al final del mismo, el día en que la terminaba.

Pero lo más significativo es que en la página final del libro había un comentario de Papei, como cariñosamente le decíamos, en el que escribió su impresión sobre Guayacán y sobre el departamento de Petén, que conoció a través de sus páginas. Les comparto un extracto: “Terminé esta magnífica y esplendorosa obra hoy, día 18 de diciembre de 1963 (…) 560 páginas se hacen pequeñas por lo suave y dulce de su lectura, a su fin se llega con tristeza, se desea que siga en otro volumen la segunda parte de esta maravillosa descripción (…)”.

Esa es la magia de los libros y un pequeño ejemplo de la importancia de espacios como la Filgua, que año con año, nos abre una posibilidad enorme de intercambio y conocimiento y contribuye a la tan necesaria tarea de promover la lectura en Guatemala.

Este 2018, la XV Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua) se realiza del 12 al 22 de julio y está dedicada a Jesús Chico García y el país invitado de honor es Francia (¡vaya casualidad!). Hay múltiples actividades como presentaciones de libros, encuentros literarios, mesas redondas, talleres, proyecciones cinematográficas, exposiciones artísticas, documentales, música y actividades infantiles y juveniles. El programa completo se puede consultar en la página www.filgua.com y en sus redes sociales.

@MarielosMonzon

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