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La magia del Mundial de Fútbol
Es muy normal que cuando empieza el Mundial nuestro ritmo de vida cambie un poco, los temas cotidianos pasan en cierta manera a un segundo plano y la política y los escándalos de corrupción nos importan un poco menos que siempre; cambiamos el casete porque el Mundial es un momento de relax, diversión y emoción que se disfruta solo cada cuatro años.
Tan grande es la pasión del fútbol que en un mismo partido usted puede llegar a sentir las siete emociones universales —sorpresa, alegría, enojo, tristeza, desprecio, asco, miedo— o al menos la mayoría de ellas, todas a flor de piel.
Incluso es un sentimiento con tantos componentes de emotividad que un grupo de investigadores de la Universidad de Coimbra, en Portugal, hicieron un estudio para demostrar que la pasión que sienten los aficionados por el fútbol es similar al sentimiento de una persona enamorada.
El fútbol causa fascinación, pasión, alegría y lágrimas desenfrenadas en las multitudes, pero más que esto, tiene la magia de hacer que una nación entera se hermane para apoyar a su propio país. Por eso, si un día se pudiera dirigir ese tipo de entusiasmo y energía que genera este deporte, para causas sociales, nuestro mundo sería diferente.
Una vez más esta fiesta deportiva que une al mundo entero empezó, y el país anfitrión abrió el telón con un partidazo inaugural, dando una goleada a su contrincante. Rusia es uno de los grandes gigantes del mundo y esto ofrece un mundial singular, porque será una estupenda oportunidad para conocer de cerca a un país enigmático, enorme y rico, que está dispuesto a mostrar al mundo su magnífica infraestructura y su apertura a otras culturas.
Rusia, desde el enfoque occidental, ha sido percibido como un lugar distante y misterioso, pero la pasión que despierta el fútbol puede llegar a ser un poderoso instrumento de márquetin para dar a conocer la imagen país Rusia, utilizando el mejor vehículo para transportar a los consumidores a un mundo mágico, de sueños y expectativas, por las pasiones que hacen latir el corazón en cada partido, donde se deja el alma.
Los números del Mundial de Rusia 2018 son impresionantes y ha sido catalogado el evento de este tipo más caro de la historia. La inversión se destinó a la construcción o remodelación de 12 estadios, 13 hospitales, 96 campos de entrenamiento, 11 aeropuertos, 3 estaciones de tren, 12 autopistas y 27 hoteles. Se espera recibir a miles de turistas, que podrán gastar miles de millones de dólares, causando un impacto económico positivo en el país.
Rusia ha encontrado en el deporte la oportunidad para enviar un mensaje de poder, celebrando el Mundial en su territorio y hacer acercamientos políticos estratégicos para su país, que en los últimos meses se ha visto envuelto en muchas tensiones políticas.
A lo largo del tiempo los países sede de los mundiales de fútbol se han posicionado como un elemento de representación del poder de una nación. Y esto no solo desde la representación simbólica de la imagen país, sino desde la capacidad organizativa estatal y la económica nacional para construir infraestructura, recibir turismo e incluso contar con el potencial de los equipos representativos.
Esta diplomacia deportiva las naciones la utilizan como un poder blando para incidir sobre la opinión pública de los países extranjeros. Indudablemente el deporte ha ayudado a perseguir fines políticos durante eventos de alcance internacional.
Hasta hoy los partidos que se han visto están dando resultados inesperados y juegos muy reñidos. No sería extraña una sorpresa y que Rusia se llevara la Copa, porque desde 1958 se ha dado el fenómeno de que el país anfitrión juega la final cada 20 años.
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