FAMILIAS EN PAZ
La más grande noticia
¿Cuál es la más grande noticia que hayamos recibido en la vida? ¿El nacimiento de un hijo, el “sí acepto” cuando propones matrimonio, o cuando escuchas que ganaste el examen para obtener tu título universitario?
Piensa por un momento y analiza si lo que consideras la más grande noticia en realidad lo es. En lo personal el nacimiento de mis dos hijos marcó mi vida. Estaba aterrado ante el hecho de que hubiera un ser humano indefenso que dependiera por completo de sus padres, pero todo cambió cuando los tuve en mis brazos, cuando fijaron su vista en mí; entonces el temor se transformó en motivación para luchar por ellos, para que nos les falte nada. Pero la realidad de la vida es que con todo lo que implica la bendición de ser padre o madre, no es la noticia más grande que jamás hayamos recibido.
A lo largo de la historia ha habido acontecimientos que han llenado de alegría a la humanidad: grandes inventos o la cura de una enfermedad grave, pero ninguno que tenga trascendencia no solo en esta vida, sino también en la eternidad. Solo el nacimiento de nuestro Señor Jesús tuvo tal relevancia, a tal punto que marcó la historia de la humanidad. ¿Por qué hemos de considerarlo como el más glorioso acontecimiento de todos los tiempos?
Es tan importante que su nacimiento fue anunciado setecientos años antes, con detalles específicos que no daba lugar a dudas: una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros. El contexto de su nacimiento traza el propósito de su misión, dirigida a los necesitados y sin esperanza. Estos mismos destinatarios también son confirmados con el pesebre de una aldea insignificante de Israel, Nazaret. Esa noche, mensajeros celestiales dan el anuncio a humildes pastores, cuyo oficio era tenido como despreciable, pues hacía impuro a quien lo ejercía, imposibilitándole de participar en los rituales de la ley mosaica, considerados oficialmente junto con los publicanos como ilegales y proscritos, privados de los derechos cívicos y políticos.
Sin embargo fue a ellos a quienes en primera instancia se les anunció la buena noticia; no fue a sabios o poderosos, sino a los más necesitados, quienes al saberlo buscaron al niño para adorarle, encontrándole tal como había sido anunciado: en un contexto humilde y de soledad, acostado en un pesebre.
Esto debe ser motivo de alegría para todos nosotros, porque probablemente nuestra condición sea como la de aquellos pastores, ocupados en las vigilias de la noche, pero anhelando una esperanza que transforme nuestra vida. El niño de Belén es, de hecho, nuestro Salvador, su destino fue morir en la cruz para perdón de pecados; su vida y sus actos siempre tuvieron el mismo enfoque: traer buenas noticias a los afligidos, vendar a los quebrantados de corazón, proclamar libertad a los cautivos y dar libertad a los prisioneros. Llamó junto a Él a personas que ante los ojos del mundo eran sin preparación o valía: así como llamó a un pescador también a un publicano, no excluyó a nadie. Su ministerio se centró en Galilea, una región de gente pobre. No buscó las grandes ciudades donde estaba la gente poderosa, sino buscó a los pobres de espíritu. Por esta razón la noticia de su nacimiento es la más grande porque trae esperanza a los desposeídos.
Esta Navidad medita en su nacimiento y en la invitación que sigue haciendo a toda la humanidad: “venid a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar”.
Feliz Navidad les desea Familias en Paz, que la paz de Dios sea con ustedes.
rolando.depazb@gmail.com