REFLEXIONES

La Navidad y la vida

Frank LaRue

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En esta época de adviento, en que esperamos la Navidad como una celebración de la Vida, debemos reflexionar ¿qué tipo de vida tiene el pueblo de Guatemala? Qué es lo que engrandece su dignidad en su calidad de seres humanos. Con esta reflexión confronto la cotidianidad de la Vida de las y los guatemaltecos y me cae el balde de agua fría al revisar los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) del 2014. Este resultado no solo demuestra los niveles trágicos de pobreza en que vive la mayoría de la población, sino cómo se ha deteriorado en los últimos ocho años.

Guatemala tuvo un crecimiento económico aproximado del 4 por ciento.

Es dramático encontrarnos con que el 59.3% de la población vive en situación de pobreza; entiéndase que esta es la mitad de la población del país. De igual forma nos golpea la conciencia el dato de que el 23% de la población vive en “extrema pobreza”. Eso significa que de los 15 millones de habitantes que somos, nueve millones viven en pobreza y 6.3 en extrema pobreza, esto es inconcebible en términos humanos e inmoral para un pueblo que se define así mismo cristiano y que en una semana celebra la Navidad como el obsequio de la vida.

Sí, la economía del país creció, pero también creció la pobreza. Se confirma que vivimos en un modelo económico injusto, que crece para algunos a costillas de empobrecer a otros. La verdad es que la encuesta del Encovi se ha venido realizando de la misma manera y por consiguiente da datos comparables. Así también comprendemos que el fenómeno del hambre también ha crecido en el país y que si tradicionalmente Guatemala tiene 49% de niñas-niños creciendo con desnutrición crónica infantil, este dato hoy será más severo; por lo que como hemos dicho, estamos condenando a la mitad de nuestra niñez a crecer con limitaciones de desarrollo físico y mental. ¿De qué Navidad hablamos?, ¿y qué es lo que pretendemos celebrar? ¿Qué futuro le ofrecemos a la niñez guatemalteca?

El otro factor fundamental en el crecimiento de la pobreza y extrema pobreza, es la corrupción en términos gubernamentales, que no solo reduce las posibilidades del gasto público en temas de desarrollo económico y servicios sociales, sino que además empobrece al Estado y le inhibe para generar alternativas. Hoy hemos observado cómo la corrupción ha sido el flagelo de muchos Estados, que en Guatemala ha llegado escandalosamente hasta las autoridades deportivas. Es por ello que también denunciamos que quienes se oponen al trabajo efectivo de la Cicig, es porque defienden mecanismos de corrupción y vínculos de funcionarios con el crimen organizado.

La única alternativa para un pueblo de generar un modelo eficiente de desarrollo que proporcione un mejor nivel de vida a la ciudadanía, es exigiendo absoluta transparencia en la gestión pública, lo cual será el desafío para el próximo gobierno. Esta transparencia no solo abarca el quehacer de la gestión pública, sino que además debe darse especialmente sobre el sistema tributario. Debemos saber quién paga impuestos y quién evade… Eso también es corrupción; debemos saber cómo se gasta el presupuesto del Estado, pero en especial cuál es el criterio de la tributación; a quiénes se exonera ¿y por qué?

El crecimiento de la polarización económica es un indicador de que el sistema tributario no es funcional como norma reguladora y de redistribución, y por consiguiente debe ser reformado. Quienes se oponen a la reforma fiscal, son también responsables de que aumente la pobreza.

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