PUNTO DE ENCUENTRO

Las respuestas del poder

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Desde la presentación del antejuicio en su contra, el alcalde capitalino Álvaro Arzú se colocó al frente del pelotón pro-impunidad. Desde entonces ese bloque de poder real constituido por los sectores más conservadores del ámbito político, económico y militar tiene en él a su comandante en jefe.

La debilidad y la incapacidad de Jimmy Morales es de tal magnitud que ha cedido el mando al expresidente y actual alcalde capitalino. Esto, que ya era palpable en cuanto a estrategia política y mediática, se ha evidenciado también en público. El impacto negativo del discurso de Morales ante el Congreso motivó que hasta en eso haya pasado a segundo plano. Ahora, también en los actos oficiales, habla el jefe y punto. Arzú ha asumido pública y militantemente la conducción de los partidarios de la impunidad.

A estos personajes los une un objetivo común: defender un sistema basado en la corrupción y en la desigualdad sobre el que han edificado su riqueza y privilegios. Que nadie se confunda, eso es lo que defienden. Aunque hablen con gesto adusto y referencias permanentes a la dignidad, la soberanía y la democracia, lo que realmente protegen son sus privilegios y la impunidad que les permite mantenerlos. Y eso, por más discursos altisonantes que hagan, no tiene nada de digno, ni de valiente y mucho menos de democrático.

Una nueva muestra de esto es el discurso de Arzú con motivo del ciclo de entrenamiento militar de reservistas 2018. La amenaza proferida en el pasado sobre que, así como firmó la paz puede hacer la guerra, subió de nivel y de tono cuando llamó a “pasar por encima de las cabezas de los medios negativos”, a quienes acusó de difamar al país porque según él, “Guatemala es un país próspero que va para adelante”.

Desde el punto de vista democrático es de enorme gravedad que amenace una vez más a los medios y al periodismo independiente. Solo eso alcanzaría para condenar sus dichos, pero hay mucho más. Arzú ensalzó al ejército y dijo que sin él “no hay país, no hay nación, no hay Estado” y llamó a enfrentar al “enemigo”.

Arzú expresa una visión conservadora y elitista y confunde sus intereses —y los de un reducido grupo de privilegiados— con los de la nación y el Estado. Ese mismo Estado que denuncian que está intentando ser cooptado por “terroristas” internos y conspiradores internacionales, cuando en realidad son ellos mismos los que lo tienen cooptado y lo han deformado y debilitado para que sea funcional a sus intereses.

En su lamentable discurso, Arzú amenazó a la prensa, volvió a lo peor de la retórica de la contrainsurgencia con el concepto de enemigo interno y desnudó su noción de la política cuando ofreció boleto gratuito a los reservistas, una pequeña muestra del método clientelar y de prebendas en el que basa su relación con la ciudadanía.

El discurso del domingo muestra sin tapujos cuál es la ruta del bloque de los impunes: amenazar, denigrar y presentar sus intereses como los del país y la nación. El desafío es no caer en su juego y construir una alternativa unitaria que represente a la mayoría de las y los guatemaltecos, esa que quiere una democracia de verdad, esa que está harta —como lo demostró en 2015 y en 2017— de la impunidad y la desvergüenza. Esa mayoría a la que Arzú nunca le dará boleto gratuito.

El discurso del domingo es la expresión de un pasado que nos llevó a la crisis del presente, el futuro será lo que seamos capaces de construir.

@Marielos Monzón

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