Más que legal, justo
Por ello usa el término “bribones” para describirlos como despreciables y que actúan con maldad, que por querer quedarse con los bienes de ella la descuidan, a punto de llevarla a la muerte.
Esta no es la única obra literaria que ilustra cómo muchos usan la legalidad olvidándose que más que el razonamiento que podamos desarrollar ante el público debemos tener la serenidad de saber la importancia de valorar la virtud de la justicia, que no necesita explicación y menos justificaciones.
Eso pasa cuando aceptamos que lo que al fin importa es una vida virtuosa y no observante de la ley y su simple redacción.
Cuánta gente usted recuerda que con la ley en la mano busca condenarlo mucho antes de estar dispuesta a escucharlo. Muy diferente a los que se sientan a oírlo y preguntarle para guiarlo, no para justificarlo, sino para que uno no sea injusto en lo que está haciendo.
Nuestras vidas, llevadas por el entorno y los marcos sociales, nos tienen que formar con un carácter que tiene claridad más en la introspección que en la apariencia, y ello nos debe ayudar para poder con firmeza ,cuando hace falta, expresar un “no gracias” o “sí, con el mayor de los gustos”, cuando ha sido sopesada por un examen interno en la balanza de la justicia. Porque lo valioso es que cuando inclinamos nuestra manera de vivir, no tanto por la legalidad sino más bien por la justicia, con toda seguridad estaremos tarde o temprano cosechando el fruto.
Otro ejemplo, la justicia es como una planta que crece con mucha lentitud pero su fruto es placentero y agradable, pero muchas veces uno la tiene y otros que nada tienen que ver con ella la destruyen porque no les gusta verla crecer. No podemos negar que también es una planta que con el menor de los descuidos podemos matar y solo queda como un símbolo del pasado, pero ya no nos guía en nuestro diario vivir.
Muchos piden o bien proclaman cambios para nuestra sociedad, o bien para nuestro país, y esto por el simple hecho de que cuesta vivir en calma y sosiego porque la ley no se aplica en su justo peso. Evidentemente poco cuesta pedir, lo que más cuesta es tomar la iniciativa de ser diferente y ser iniciador de cambio, y esto más cuando la gente tiene buena retórica para presentarlo.
Y el cambio no es promoviendo ideologías y canciones que motiven a la gente en lo que nosotros creemos y proclamamos, sino más bien tener una claridad meridiana de la justicia, y no para que se deba aplicar a otros, sino con la que nosotros, todos, debemos vivir cuando nos favorece y cuando quisiéramos evadirla también.
Entendamos que la vida es fiel reflejo de mi modo de pensar y de mi modo de ser. Hagamos el empeño de cultivar nuestras acciones y vida en la virtud de la justicia, aun en las cosas más pequeñas, y nuestra vida cambiará y nuestro entorno también.