VENTANA
Líderes sí, caciques no
La imagen histórica de esta semana en los medios de comunicación fue la de la Sala de Vistas de la Corte Suprema de Justicia repleta de 57 personas señaladas en el caso Cooptación del Estado. Es para un récord de Guinness. No podían faltar Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, cabecillas de esa red delincuencial. Lo que vemos son caciques soberbios. Porque ¿desde cuándo un cacique respeta las leyes? Esa audiencia es un botón de muestra de los niveles de corrupción e impunidad en los que hemos vivido. En la última década involucionamos como país. La pobreza aumentó, se redujo la cobertura en salud y en educación. La violencia creció en sus oscuros matices como la explotación sexual de menores en la provincia. ¡Duele!
“Van a pasar muchos años para que se pueda pasar de un Estado corrupto a un Estado transparente”, comentó la Fiscal General, Thelma Aldana. Para mí que la Fiscal y el comisionado Iván Velásquez son como los “héroes gemelos” Junajpú e Xbalamqué en los relatos del Popol Wuj, cuando se enfrentaron a los señores del mal en Xibalbá. Los guatemaltecos tenemos que apoyarlos. Ellos marcan los límites perdidos de la honestidad y la justicia. Su trabajo íntegro y eficiente nos demuestra que sí se puede enfrentar al crimen. Como los “héroes gemelos”, allanan el camino para que Guatemala nazca. ¡Resignarnos, jamás!
En esta fase de cambio surgen diversas propuestas para apuntalar al Estado. Unas voces señalan refundarlo. Otras piden cambiar la Constitución. Pero, ¿y la gente? Para armar una agenda básica, innovadora y consensuada necesitamos ciudadanos capaces de aprender a trabajar con eficacia en equipo. Es fundamental que confiemos en “el otro” para generar ese largo proceso de transformación nacional. “Para ello necesitamos líderes, y no caciques”, cantó el Clarinero.
Viene a mi mente Joseph Jaworski, a quien admiro. En su libro Sincronicidad. El camino interior hacia el liderazgo, comenta los difíciles momentos que vivió su padre, León Jaworski, el respetado Fiscal Especial cuya constancia, durante el juicio de Watergate, contribuyó a la renuncia de Richard Nixon como presidente de Estados Unidos en 1974. Jaworski comenta que él ya era abogado y fue confidente de su padre en aquellos años. Recuerda haber visto en la televisión a Nixon negar su participación en el caso. Él sabía que era culpable. Sentía repulsión y temor por la mentira, por la traición a la Constitución. Por el flagrante abuso de poder. El liderazgo político le desilusionó. ¿Cómo alguien con una moral tan baja llegó a ser el presidente del país más poderoso del mundo? ¿Cómo evitar que volviera a ocurrir?, se preguntaba. Sin embargo reconocía que, de alguna manera, todos eran culpables de lo sucedido. “Teníamos lo que nos merecíamos”, escribió. “Y fue así como descubrí el importante papel que jugaban en la vida del país los ciudadanos comunes y corrientes como yo”. En 1980, Jaworski renunció al exitoso bufete del que había sido fundador para dedicar su vida a crear el Forum Americano para el liderazgo, una organización no gubernamental dedicada a fortalecer el liderazgo cívico de colaboración en los Estados Unidos. El objetivo era forjar líderes locales, con valores, que inspiraran y sirvieran a sus comunidades. Muchos creemos que la recompensa a nuestro trabajo es el dinero y el poder. Esos son los caciques. Pocos creemos como Jaworski que el premio es aprender cómo funciona el Universo; cómo dejar que la vida fluya a través de nosotros porque existe algo superior. Ese es el líder. Es lo que necesitamos para Guatemala.
clarinerormr@hotmail.com