PRESTO NON TROPPO
Los old rockers guatemaltecos
La historia inmediata comienza en un restaurante de comida rápida, hace una década, con los convivios de fin de año que sostenían Jorge Godínez, Arturo Palomo y Hugo Monteagudo, rockeros guatemaltecos de vieja guardia. Pasadas tres temporadas, la reunión se amplió para incluir a más colegas cada vez, y así se fueron sumando figuras como Maco Luna, Edgar Solís, Manlio Montenegro, Manuel Santizo, Rico Molina, Erwin Solórzano, Guillermo Antillón, Tito Henkle, Mario Palomo, Édgar González, Romeo Rodríguez, Aníbal Córdova, Emilio Alvarado, Carlos Moreno…
Pero aquello se remonta bastante más atrás, a la década de 1960, hasta los principios mismos del rock en todo el mundo. Guatemala se inscribió, desde temprana hora, en un movimiento que no sólo revolucionó profundamente la forma de concebir y hacer música, sino que se constituyó en todo un modo de ver y llevar la vida. Hoy día puede ser que esos nombres no sean conocidos para los lectores –ni siquiera para quienes se desenvuelven en el campo del arte, inclusive en el reducido circuito de quienes tengan un interés especial en la trayectoria del rock nacional. Posiblemente no tengan idea de quiénes fueron los Marauders, los Jets, Módulo 5, Teisco Stars, Psicópatas, Ciclones, Chaquetas Negras, SOS, Apple Pie, Los Traviesos, La Compañía… y muchas agrupaciones más. Luego, en la década de 1970, Caballo Loco, Opus 3, Cuerpo y Alma, Siglo XX, Pastel de Fresa, Grupo María, Plástico Pesado, Santa Fe, Terracota, Xibalbá, Azúcar, Banda Solar, Caoba, Quetzalumán… entre tantos otros. Incluso en el interior de la república, donde se puede nombrar a Fénix (en el Petén), Los Way (en Jutiapa), Diablos Blancos (Chiquimula), Los Terribles (Quezaltenango)… por enumerar a unos cuantos. Hablamos de un centenar de conjuntos guatemaltecos cuya propuesta cabe debajo de la gran sombrilla del rocanrol en su primer florecimiento, aunque en ese camino oscilen de la balada pop y la música tropical hasta el jazz, el fusion y el rock propiamente dicho.
Es el “Orejitas” Godínez quien ha recogido muy buena parte de esta historia en dos novelas referenciales, Rockstalgia, de 1996, y Rockfilia, de 2007. Es él, también, quien tras darle vida al convivio anual de los old rockers guatemaltecos, ahora convoca a la celebración de su décimo aniversario, en que se reunirán siete propuestas, en vivo, en un mismo concierto –La Máquina del Tiempo, Cuerpo y Alma, Pululo’s Band, Blues King, Laberinto, Meme Santi y Óscar Corletto– para interpretar éxitos de antaño, de artistas británicos y norteamericanos. Es él quien propone, “regresar a las raíces, evocar cómo comenzó el rock en Guatemala y sensibilizarse a una música que provino de los barrios, cuando todavía no se había comercializado como un producto ligero y digerible”.
Por supuesto, la lógica de estos old rockers guatemaltecos es debatible: más vale un cover bueno que un original malo. Debatible, porque puede criticárseles la preferencia por material extranjero y la relativa irrelevancia de una producción propia. Pero es razonable, en la medida en que no podemos olvidar que incluso los más grandes músicos siempre han interpretado música de otros autores en alguna etapa de su carrera. “Es como lo que sucede con una sinfónica, que normalmente no compone su propia música, sino que toca clásicos del repertorio. Tocar covers te garantiza música buena”, acota Jorge Godínez.
La ocasión para considerar tales afirmaciones es este miércoles 19, a partir de las 14.30 horas, en Trovajazz, zona 4, sin costo de admisión. ¡Un convivio y un encuentro musical sui géneris!
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