EDITORIAL
Mafias aduaneras no ceden terreno
La corrupción no cede terreno y al parecer tampoco son disuasivas las numerosas capturas y los constantes esfuerzos de las autoridades por ganarle terreno a ese flagelo, el cual persiste como una práctica generalizada, como se ratifica con la nueva captura de 16 supuestos integrantes de una estructura de defraudación aduanera formada por empleados de la SAT, empresarios y pilotos del transporte pesado.
Era un secreto a voces que la rapiña no había parado en las aduanas del país y algunos usuarios incluso comentaban que las cosas estaban peor que antes de la caída de los integrantes de La Línea, pues ahora las exacciones ocurrían con más prepotencia por parte de los empleados aduaneros, quienes imponían sus reglas y tarifas.
Lo que no deja de sorprender es la facilidad con la que operan estructuras delictivas en áreas tan sensibles como los puertos, donde por un puñado de dinero puede permitirse el paso libre de materiales, productos o personas de forma ilegal, sin que exista la menor preocupación por los riesgos a la seguridad que eso representa.
Desafortunadamente, la corrupción en las aduanas es una de las más viejas prácticas en la administración pública y en esas dependencias buscan ubicarse aquellos empleados provenientes del clientelismo, pues son las plazas preferidas para lograr un rápido e inmoral enriquecimiento. Muchos de los financistas de los partidos políticos son los primeros en tratar de influir en la colocación de sus allegados.
De hecho, buscar el control en puestos claves en las aduanas es una de las más antiguas fuentes de corrupción y hasta ahora ningún gobierno le ha hecho frente de manera decidida a ese problema, e incluso se llegó al extremo de que la cúpula del gobierno del Partido Patriota y de los más altos cargos de la SAT están bajo proceso por haber convertido en un negocio personal el manejo de la recaudación tributaria.
Quien tuvo la mejor oportunidad de resolver la corrupción en las aduanas fue Álvaro Arzú, pues durante su presidencia se descubrió el escándalo de la Red Moreno, y aunque estaban involucrados muchos empleados de su gobierno, la purga apenas alcanzó a unos cuantos de los más visibles, pero se quedó intacta una poderosa estructura controlada por militares.
Ese error y la falta de escrúpulos de posteriores administraciones contribuyeron al resurgimiento de uno de los más corruptos modelos de negocios en el sector público, pues las mafias que controlan las aduanas han mutado con cada relevo gubernamental, al punto que algunos de los financistas de candidatos a la Presidencia acrecientan sus privilegios cuando sus patrocinados se alzan con el poder.
La corrupción en el sistema de aduanas del país conlleva muchos más riesgos porque son vías de entrada para innumerables productos, y cuando los controles son susceptibles al soborno se puede incurrir en fallas mayores, como la de facilitar el paso de personas o materiales, como lo evidencia este nuevo caso descubierto por el Ministerio Público referente al ingreso de un furgón sobre el que ahora nadie sabe su paradero o lo que transportaba, y por lo menos siete casos parecidos se reportan en el último trimestre del 2016.