EDITORIAL

Mal momento para la justicia

El sistema de justicia vivió ayer uno de sus días más deprimentes. Primero, por el escándalo que duró varias horas en torno a la captura de la magistrada Blanca Stalling, quien nunca estuvo donde debía encontrarse, según las autoridades respectivas, y ni siquiera en el lugar donde según su abogado se recuperaba de problemas de salud.

El segundo hecho es una zaga que ya dura varios días y se refiere a la elección de quien deberá presidir la Corte Suprema de Justicia durante los próximos ocho meses, proceso obligado, debido al bochorno en el que incurrió el pleno al elegir como presidenta a Silvia Valdés, posteriormente invalidado por la Corte de Constitucionalidad. Ni siquiera la candidatura de un solo postulado logró obtener los votos necesarios en dicha jornada.

En el primer caso resulta vergonzoso que una alta representante de la justicia decida recurrir a toda clase de artimañas para evadir a las autoridades y que, además, incurra en el exceso absurdo de disfrazarse para salir a la calle, amenazar con un arma a sus captores o incluso amagar un intento de suicidio ante la acción de la Policía.

También incurrió en notorias imprecisiones el abogado de Stalling, Gustavo Juárez —quien además es defensor de Roxana Baldetti—, al afirmar que la magistrada se encontraba hospitalizada, lo cual quedó desvirtuado cuando por la tarde fue detenida en una tienda, aunque utilizaba una peluca y vestía ropa deportiva para burlar a las autoridades. Esto evidencia que de alguna manera había sido informada del operativo.

Este vergonzoso caso de la alta representante del Poder Judicial se une a las jornadas que el pleno de magistrados lleva a cabo para elegir presidente. No puede dejar de destacarse el penoso cuadro por el que atraviesa la justicia del país, sobre todo porque en este caso siguen con toda notoriedad oscuros intereses para convertir a la CSJ en un refugio de personajes carentes de idoneidad, a fin de tener en sus manos el órgano más importante del sistema jurídico de cualquier país.

Estos hechos ilustran la penosa situación por la que atraviesa Guatemala, pues mucho de lo ocurrido en las esferas de la justicia es el resultado de la politización de un sistema a la vez cooptado por nefastos poderes y se evidencia que el imperio de la ley queda en un segundo plano, porque prevalecen los intereses por mantener a un sistema maniatado, cuyo ejemplo más reciente es el proceder reprochable de Stalling.

Coincidentemente, también ayer, se llevó a cabo la segunda audiencia de la etapa intermedia en el caso La Línea, en el que están procesados el expresidente Otto Pérez Molina y la exvicepresidenta Roxana Balldetti, y en el que escuchas telefónicas también vinculaban a la magistrada en mención con la supuesta interferencia en gestión de favores para los sindicados.

Estos hechos reiteran la necesidad de continuar la lucha contra la corrupción y fortalecer la persecución criminal, ante las claras evidencias de poder de influencia que ejercen quienes ostentan cargos de tanta relevancia. La captura de otro integrante de la cúpula de la actual CSJ pone en perspectiva la grave y decepcionante crisis que estremece al Poder Judicial.

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