PLUMA INVITADA
Mayor crecimiento regional nos acerca más
Los esfuerzos hacia la integración regional de América Latina y el Caribe no son nuevos. Desde por lo menos los años 1960, la región ha experimentado con diversas formas de integración con miras a que lazos económicos más fuertes entre nuestros países puedan conducir a sociedades más prósperas.
A pesar de estos esfuerzos, la proporción de las exportaciones intrarregionales en las exportaciones totales se ha mantenido en alrededor del 20%. Claramente, hay todavía mucho terreno por recorrer.
Cabe recordar aquí que la integración regional no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para acelerar el crecimiento económico y generar así las condiciones para continuar reduciendo la pobreza y elevar el nivel de vida de la población.
No sorprende entonces que los esfuerzos de integración intrarregional estén cobrando fuerza ante la necesidad de encontrar nuevos motores de crecimiento. La región lleva seis años de bajo crecimiento, incluyendo dos años de recesión económica, que amenazan con estancar la gran transformación social de la década pasada.
Y no son solo los líderes y gestores de políticas latinoamericanos los que están promoviendo la integración; la última encuesta de Latinobarómetro encontró que el 77% de la población está a favor de la integración económica con países vecinos y con el mundo.
Desde el Banco Mundial queremos contribuir a estos esfuerzos con nuestra investigación y conocimiento. El nuevo informe Mejores vecinos: Hacia una renovación de la integración económica en América Latina busca ofrecer argumentos sustentados para un acercamiento más amplio y profundo entre los países de la región.
El informe propone revitalizar la integración entre nuestros países con el doble beneficio de reducir trabas al interior de la región y mejorar así nuestra capacidad de competir a nivel mundial.
El beneficio de un mayor acercamiento no solo radica en reducir aranceles o costos generados por carencias en infraestructura o portuarias. Más importante aún es el hecho de que dicho acercamiento abre oportunidades aún no aprovechadas para ser más productivos.
Consideren, por ejemplo, el potencial de explorar economías a escala. Una mayor integración entre países pequeños, como los del Caribe o Centroamérica, les daría oportunidades que hoy no tienen para entrar a economías más grandes y ser más competitivos.
O el potencial de aprovechar plenamente los avances ya significativos en integración energética, como los de Centroamérica, armonizando normas regulatorias. Todo esto ilustra que la competitividad no depende solamente de la política comercial de cada país. El potencial de crecimiento de una integración más profunda dependerá de que el esfuerzo vaya más allá y abarque medidas conjuntas que requerirán creatividad, visión a largo plazo y coordinación entre países.
Además deberá complementarse de políticas enfocadas a apoyar a aquellas personas que no estén en posición de sacar provecho inmediato, de tal forma que no queden rezagadas. Invertir en nuestra gente debe seguir siendo prioritario; crear igualdad de oportunidades, atendiendo temas como la calidad de la educación pública, será fundamental para generar las habilidades que el mercado laboral del futuro demandará de nuestro capital humano.
A largo plazo, creemos que el ímpetu que ha surgido en la región para integrarnos más y mejor nos brindará los réditos de no solo habernos acercado más entre nosotros, sino de haber logrado con ello un mayor crecimiento sostenido, indispensable para reducir la pobreza y aumentar la prosperidad de nuestra región.