LIBERAL SIN NEO

No me ayudes así compadre

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Ante la movilización de la caravana de migrantes hondureños hacia Estados Unidos, Donald Trump amenazó con recortar la ayuda para los países del Triángulo Norte. Trump ha mostrado descontento, ya que a pesar de la ayuda que su gobierno brinda a estos países, la migración hacia el norte continúa. Los mandatarios de los países centroamericanos deben tomar la advertencia de Trump muy en serio, no por temor a perder la ayuda, sino para cuestionar su efectividad. Sería saludable analizar si la forma en la que se brinda esta ayuda ha tenido efectos positivos a lo largo de los años. Soy muy escéptico de los logros y alcances de la ayuda estatal extranjera.

En el presente siglo Guatemala ha recibido miles de millones de dólares en asistencia de parte del gobierno de Estados Unidos y otros países. Como señala Kristen Gugerli, Guatemala tiene el mayor número de oenegés extranjeras de los países Centroamericanos y es el tercer recipiente de ayuda de los EE. UU. en Latinoamérica y el Caribe. Según la página web de Usaid, las diferentes agencias del gobierno de EE. UU. suministraron asistencia a Guatemala por más de US$290 millones en el 2016.

Cerca de la mitad de la ayuda a Guatemala en el 2016 fue a través de la Usaid —US$134 millones—, cuyo manifiesto propósito es, conjuntamente con el gobierno y comunidades locales, fortalecer los sistemas de seguridad y justicia, impulsar el desarrollo económico y social y reducir el impacto del cambio climático. Juzgue usted si han tenido éxito. Al examinar con detalle los canales de esta ayuda, surgen nombres como Catholic Relief Services, US$45 millones; Project Concern International, US$28 millones; Counterpart International, US$18 millones; The Nature Conservacy, US$9.8 millones; Checchi and Company Consulting, US$9.6 millones; Save the Children Federation, US$8.2 millones y una larga lista de oenegés.

Un estudio publicado por Burnside & Dollar (2000) dio mucho estímulo a la industria de la asistencia, al encontrar, aparentemente, un fuerte vínculo entre la ayuda internacional y el crecimiento económico. Con el tiempo, tras el examen de su metodología y los resultados obtenidos, ya no hay tanto entusiasmo. William Easterly señala que los países desarrollados han donado más de US$2.3 trillones de ayuda internacional en cinco décadas, para promover el crecimiento económico y mejorar la calidad de las instituciones en países pobres, con pocos resultados. Los planes grandiosos y costosos de Jeffrey Sachs y la ONU con las Metas del Milenio para el Desarrollo, para alcanzar en el 2015, no lograron mayor cosa, visto desde la perspectiva del 2018. Una de las principales fallas de la ayuda internacional es el poco esfuerzo que dedica a evaluar resultados de su asistencia y cuando lo hace, suele ser por las propias agencias burocráticas que ejecutan los proyectos.

Opino que Guatemala tiene la sartén por el mango en este tema y lejos de asustarse por la amenaza en la reducción de ayuda, podría pisar fuerte. Por ejemplo, exigir mil millones de dólares al año durante cinco años invertido directamente en carreteras y puertos y que lo construyan ellos. La calidad institucional que necesita Guatemala no va a venir por lo que promueva Todd Robinson tras bambalinas, que sería absolutamente inaceptable para aplicar en su propio país. Tiene que producirse aquí. En última instancia, lo que puede generar progreso para Guatemala es la inversión productiva, que actualmente sufre tanto embate y enfrenta tantos enemigos. La ayuda de EE. UU. más bien ha contribuido a crear un entorno en el que protestar es bueno y producir es malo.

fritzmthomas@gmail.com

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