REGISTRO AKÁSICO

Nuestro sentido pésame por Fidel Castro

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Siempre que se hace una historia, se habla de un viejo, de un niño o de sí, como dice el cantor poeta. Con Fidel pasa eso. De niño, cuando se hojeaba la revista Bohemia, había unas historietas ilustradas con los barbudos que derrotaban a la soldadesca defensora de la corrupción. También se ofrecían reportajes de la lucha que tenía lugar en Cuba. Inmediatamente después de aprender a leer, se penetraba en el mundo adulto. Había niños informados que charlaban con jóvenes, otros no. Los había a favor por sus lecturas, y en contra porque no les interesaba saber. Para los latinoamericanos, desde niños, quien tuviera inquietudes intelectuales y patriotismo, tenía la compañía de Fidel.

En la secundaria, se vivía la insurrección de la juventud militar contra la corrupción. En algunas casas se sintonizó el discurso de Fidel cuando declaró a la revolución como socialista el 16 de abril de 1961. Los jóvenes se acercaron al libro del discurso pronunciado por el Dr. Fidel Castro ante el tribunal de urgencia de Santiago de Cuba, el día 16 de octubre de 1953.

Luego, se produjo la victoria de Playa Girón, no se repitió 1954. Derrota a los entrenados en la finca Helvetia de Retalhuleu. La historia lo absolvía. En la patria latinoamericana, Fidel se alzaba contra los que intervenían en los asuntos soberanos.

De nuevo, no todos participaban de estas influencias revolucionarias, en la década de 1960, pues otros iban a los cafés donde se aspiraban los humos de la cucaracha. Había una versión de los mood como en Quadrophenia. Frente a estos, la juventud identificada con la lucha revolucionaria vestía como los licenciados de Vietnam. En el país, los regímenes militares lo prohibieron. La juventud se mostraba verde olivo, de la misma manera que Fidel.

El cartel del Che y la música de protesta se generalizaron. Los cassetes repetían una y otra vez a Fidel, en la segunda declaración de La Habana. Se advertía que “esa ola de justicia reclamada” no iba a parar. Dicho y hecho. Los más, los explotados iban a hacer rodar las ruedas de la historia. Se sumó lo mejor de los cristianos, de los “democráticos”, los “progresistas”, tal como anunció Fidel.

Hubo los que tusharon a la revolución. Distantes lanzaban acusaciones de ultraizquierdismo. Obviamente, durante el enfrentamiento armado, la sociedad estuvo dividida. Los extremistas llegaron a señalar que estaban contra Jimmy Castro y Fidel Carter.

Pero gracias al esfuerzo de la ciudadanía, a esa marcha de gigantes, se modificó la historia. Los pueblos latinoamericanos adquirieron el derecho de proponer cualquier proyecto sin ser sujetos al apresamiento, asesinato o desaparición. Algunos dirán que pudo hacerse por medios pacíficos. Si así fuera, el presidente Allende, un socialista y masón, todavía viviera.

Superó los intentos de asesinato, supo ser solidario con los revolucionarios latinoamericanos. Dirigió la derrota del régimen de Apartheid, apoyó la independencia de Angola y Mozambique. La lista de los libertadores suma a Fidel con el centroamericano Arce, a Hidalgo, San Martín, O´Higgins, Bolívar, Sucre y Martí. Se detractó a todos, al final se les absolverá. En Centroamérica, se cree que nadie ha luchado por la felicidad de sus connacionales. En el respeto del derecho de disentir, se hace caso omiso de la afrenta.

Para los viejos, ¡qué dicha compartir el tiempo de Fidel! Aplaudirlo en el auditorio donde estaba en persona. Escuchar por televisión su discurso, a un año de instalado el período especial. ¡Qué intensa emoción! Se demostró que la independencia de los revolucionarios latinoamericanos estaba por encima de la disolución de la URSS. Se resistía y nuevamente se venció. Nuestro agradecimiento a Fidel, dirigente invicto, latinoamericano ejemplar.

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