FLORESCENCIA

Obsequios

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En estas fechas de festividades y celebraciones de fin de año, todos pensamos en compartir y, sobre todo, nos empeñamos por buscar agradar a las personas que queremos y a quienes tenemos aprecio con obsequios. Los festejos son en todo el país y de distintas maneras en cada lugar.

Todo esto trae a mi mente los recuerdos de estas épocas durante mi infancia, cuando tenía 6 años de edad. Con mis padres, la Navidad se celebraba yendo a la iglesia de la aldea donde, después del servicio religioso y del mensaje propio de la época, se repartían tamales que se elaboraban por las mismas personas de la comunidad.

La algarabía lo hacían la quema de cohetes, el corretear de los niños y las visitas entre vecinos y familiares. Durante el día, se solían llevar a cabo encuentros de futbol y para recibir el Año Nuevo no podía faltar el ponche caliente. El acto de despedir el año que terminaba y el que recién comenzaba era toda una solemnidad que convocaba a todos los líderes y actores principales de la comunidad.

En nuestra comunidad, era una celebración genuina donde no cabían las tristezas sin importar las condiciones económicas de las familias. No había regalos caros, pero sí mucha comida caliente cuyos ingredientes provenían de la cosecha de la siembra de la comunidad.

Aprovechando el espíritu de la época que nos envuelve, donde todos celebramos y existe un ambiente de unidad, quizás debamos también reflexionar en que obsequio le deberíamos dar a nuestro país, que esté al alcance de todos y que se vea reflejado en nuestro presente, pero sobre todo, que impacte nuestro futuro para el bien.

Considerando el nivel de aprecio y amor que tenemos a nuestro país, deberíamos pensar en obsequios que trasciendan. ¿Qué tal si, por ejemplo, le regaláramos a Guatemala una o un fiscal general y jefe del Ministerio Público respetuoso de la Constitución Política, íntegro en su calidad humana y profesional; dispuesto a seguir la lucha contra la corrupción y los flagelos de la impunidad que contribuyen al subdesarrollo del país? Este obsequio está a nuestro alcance, sin importar nuestra situación económica.

Si de verdad, todos queremos una Guatemala próspera y pertinente para cada uno y, en especial, que sea para bienestar de nuestros hijos, deberíamos apostar por el mejor obsequio y qué mejor que pensar en la posibilidad de seguir avanzando en la lucha contra la corrupción y la impunidad. Indirectamente podríamos regalarle eso a Guatemala si nos volvemos vigilantes para que el proceso y la decisión final del Congreso, recaiga en la persona más idónea con total transparencia.

Muchos admiramos el regalo que recibimos en Navidad que con tanto esfuerzo nuestros seres queridos trabajaron para obtener, mientras que algunos se gozan del bono que le exigieron a Guatemala, aun cuando son testigos de sus carencias al igual que aquellos que disfrutan de los centavos que no les corresponden y que sin consideración tomaron centavos que tanta falta hacen como para invertir en hospitales, en escuelas o para combatir la nutrición que cobra la vida de miles de niños cada año.

Urge que Guatemala reciba de sus hijas, de sus hijos, sus ciudadanos, obsequios que la hagan feliz. De darle actores de cambio que crean puentes entre los diferentes sectores del país y que acerquen las distintas visiones para construir el camino que nos lleve a progresar.

Desde una oración anclada en la fe profunda, un cambio de actitud en nuestra comunidad, hasta la incidencia política en el más alto nivel, cuentan para hacer feliz a Guatemala. ¡Velar por el bienestar de Guatemala al alcance de todos!

MarcosAntil.com

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