ECLIPSE
Oportunidades para la paz y el desarrollo
Cualquier tema referido a Guatemala pasa por tener claro que el problema principal que tenemos es que el 59% de la población se encuentra en situación de pobreza, cifra que aumenta al 76% en el área rural; el 49% de niños padecen desnutrición crónica. Eso es lo fundamental por resolver, eso es lo estratégico, es donde el Estado debería estar enfocado en la búsqueda de programas y la aplicación de políticas públicas para sacar de ese inframundo a la mayoría de sus ciudadanos.
Esto significa volver los ojos al interior del país, para resolver ese enorme drama que ha violado los derechos humanos de millones de familias y nos coloca en una situación muy vergonzosa a nivel mundial. La pobreza y la exclusión de las mayorías es un tema de Estado, como ha dicho recientemente el canciller al referirse a la necesidad de evitar que las personas tengan que buscar oportunidades en Estados Unidos, cuyo costo en vidas es trágico, tal como lo demuestran los últimos casos de muertes de migrantes.
Dice el canciller que nueve de cada 10 personas se van por razones económicas, por lo que “hay que trabajar en la gente, preparar el capital humano y atraer inversión y ofrecer una mano de obra calificada”, y agrega que no es posible que los campesinos sigan teniendo esa vida miserable, con una economía de subsistencia.
Ahí es donde el presidente Jimmy Morales debe poner la mayor atención, es en ese objetivo de reducción de la pobreza que su equipo, sus ministros y ojalá la cooperación externa hagan su mejor esfuerzo. Y no es que minimicemos la lucha contra el flagelo de la corrupción, indispensable para sanear el Estado y la economía, o que estemos en contra de otras decisiones importantes como atender la necesidad de resolver la situación de los hundimientos, de los derrumbes y los barrancos que hay en las carreteras, o la atención al sistema penitenciario, que ha sido noticia negativa en las últimas semanas.
Esos problemas afectan muy severamente a los comunitarios, es aterrador ver cómo en Cabañas, Zacapa, los pobladores cruzan un río en cables de acero, haciendo equilibrios porque hace dos años el río dañó el puente, por lo que deben arriesgar sus vidas para llegar de un lado a otro.
Sin embargo, pese a la relevancia de los problemas urgentes, seguir poniendo los reflectores, la atención y el presupuesto solo en esos temas coyunturales o súper estructurales opaca y anula el problema principal del país; hay que dar prioridad a lo más importante y olvidado, las personas que habitan en los territorios rurales.
El Estado de nuevo se ha comprometido a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales es fácil predecir que incumplirá, ya que con las condiciones estructurales predominantes, resulta imposible hacerlo. El primero, otra vez, es la erradicación de la pobreza en todas sus formas, igual que en el 2015, el que fue cumplido por Guatemala a la inversa, pues la pobreza aumentó en los últimos años, a pesar de que la economía se mantuvo en crecimiento.
Desde hace ocho años se aprobó la política de Desarrollo Rural Integral que pretende enfrentar esos problemas de fondo y todavía no hay impacto alguno. El Ministerio de Agricultura, con el apoyo de la FAO, ha estado intentando impulsar la Agricultura Familiar, como parte de esa política, pero tampoco se ha logrado ningún resultado significativo.
Tal vez es pedirle demasiado a un gobierno que ni rumbo tiene, pero los guatemaltecos no podemos seguir ignorando las condiciones socioeconómicas en que se encuentra la mayoría de la población. La pobreza y la desigualdad son lacerantes.