El oportunista
Ese perfil está en etapa de crecimiento. Lo que comenzó como expresión de sobrevivencia, ahora se ha convertido en sinónimo de hacer fácil la vida. Ese mismo comportamiento se expresa en los círculos laborales y en el entorno familiar. El aprovechado busca sacar ventajas de sus relaciones con el poder. Es el sobalevas de los jefes y de quienes detenten autoridad; son los lleva-trae, los que manejan los chismes a su conveniencia para descalificar o congraciarse.
Los que hacen hasta lo imposible para escalar puestos y obtener incentivos, no a costa de trabajar, cumplir resultados o comportarse éticamente, sino todo lo contrario. Son los extorsionistas que deambulan por los corredores, por los senderos poco visibles.
Son expertos en maniobrar en aguas profundas, y mejor si son turbias. Se prestan a actos sucios, compra de voluntades, acciones corruptas; se vanaglorian de esos hechos e incluso tienen el descaro de presentar esos “atributos” como sus tarjetas de presentación. Si no son empleados y trabajan por cuenta propia, no tienen empacho en venderse al mejor postor, ofrecen comisiones por doquier, fuerzan contratos maliciosos, encarecen precios y sacan raja de cualquier negocio, por pequeño que sea.
Por lo general, el comportamiento privado de estos sujetos reproduce con exceso su rostro público. Tienden a ser violentos, consideran que las mujeres de su medio están a su total disposición y servidumbre. Sus herederos deben reproducir su mismo esquema, y si los superan, mejor. Serán pilas si sacan ventaja de los demás en la escuela, si se aprovechan de los nerdos, si en los trabajos de grupo no hacen nada pero sacan el mismo punteo que los esforzados.
Los aprovechados son esa especie que extienden los hilos de la mediocridad, deambulan y se reproducen en cualquier medio. Se aprovechan de cualquier oportunidad para contagiar a otros. Se interesan por controlar aquellas instituciones que sirven a sus intereses mezquinos. Son los principales interesados por hacerse de buenas relaciones en los partidos; han pasado de la táctica de manipular a otros para ahora meterse de lleno y participar sin necesidad de testaferros.
Esta sociedad no tiene posibilidad de sacar la cabeza fuera del agua si esa especie de los oportunistas sigue definiendo las reglas del juego. Urge apelar por una nueva ciudadanía que no busque los caminos fáciles y las formas rápidas de enriquecimiento.