HAGAMOS LA DIFERENCIA
Paternidad responsable
Recuerdo que una de las grandes dudas que siempre tuve de adolescente era si algún día llegaría a ser padre de familia. Era ese un pensamiento contrario a los miedos que entre mis amigos promiscuos existían: pues ellos expresaban, ojalá que no llegue a ser padre pronto y me obliguen a casarme. Aunque la celebración en su magnitud diste de ser parecida al del Día de la Madre, la celebración del Día del Padre toma cada año mayor importancia, quizá empujada por el “consumismo” que necesita más días de celebración para aumentar el comercio. En medio de esta publicidad, se capta más la atención hacia ese día.
Este 17 de junio, al despertar, irremediablemente pensé en el Día del Padre, pues junto con mis dos hermanos agendamos almorzar con mi papá. Mi padre, jubilado ya, viajaría desde nuestro pueblo para que compartiéramos un rato. Mi esposa me solicitó llegar temprano a casa, pues habían preparado una cena para celebrar este día, aunque mis dos hijos viven aún en casa, sus compromisos son cada día más, pero harían este tiempo para celebrar. Ver a mis dos hijos durmiendo plácidamente me sirvió de inspiración para dar gracias a Dios por sus vidas. Dios, en su infinita misericordia, los envío a nuestro hogar para que nos convirtamos en sus administradores. Nos confió una responsabilidad que permite perpetuar la especie humana. Son un regalo dado a nuestro hogar y como dice la Biblia en el salmo 127:3: “He aquí herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima, el fruto del vientre”. El mandato es que los instruyamos, los disciplinemos y los amemos.
Es responsabilidad nuestra instruir a nuestros hijos, la primera educación deben recibirla de nosotros y no del mundo, y esto solo puede lograrse con nuestro ejemplo. Por eso ha impactado mucho en mi vida un canto que dice, refiriéndose a Dios: “Señor, yo quiero ser como tú, porque él quiere ser como yo, quiero ser un buen ejemplo que sus ojitos puedan ver. Señor, ayúdame a enseñarle, que él pueda entender, que yo quiero ser como tú porque él quiere ser como yo”. Puede escucharla en: https://www.youtube.com/watch?v=9djuDapFk7s
Somos también llamados a disciplinar a nuestros hijos. Recordemos que cuando somos niños o adolescentes queremos hacer muchas cosas que no son convenientes y nosotros los padres somos los llamados a corregir. Por eso llamó mucho mi atención un mensaje que recibí cuando alguien dijo: “yo no soy amigo de mi hijo, soy su padre”. Cuánta razón había en este mensaje. El papel de padre sobrepasa el compromiso de solo ser amigo. Un hijo desarrolla carácter si percibe la autoridad de los padres. Y el carácter será el que los haga triunfar en la vida. Desarrollemos hijos “luchadores”, no “debiluchos consentidos”.
Es importante también “amar” a nuestros hijos, proveerles lo necesario para que se desarrollen, pero con límite. Confucio decía: “Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío”. Debemos demostrarle nuestro amor interesándonos por sus cosas, demostrando afecto físico, afirmándolos con nuestras palabras.
Reflexionaba también que mucho de lo malo que sucede en nuestro país es debido a padres irresponsables, que han engendrado hijos sin responsabilizarse de ellos, o que han enseñado a sus hijos a ganarse el dinero fácil, o no han asumido el compromiso de educarlos, o han decidido sobreprotegerlos para evitar que algo malo les suceda. Mientras tanto sigo aprendiendo a ser padre, pues cada día me sorprendo de lo difícil que es serlo, pero sigo luchando…
samreygo@yahoo.com