La paz es posible

VÍCTOR  M.  RUANO P.

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Cada año hay un mensaje pontificio. El de hoy se titula Bienaventurados los que trabajan por la paz. En un tiempo “caracterizado por la globalización, con sus aspectos positivos y negativos”, y por “sangrientos conflictos y amenazas de guerra”, Benedicto XVI reclama “un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común” y del desarrollo integral.

El Pontífice señala los problemas más graves que hoy amenazan la paz: “Creciente desigualdad entre ricos y pobres”, “mentalidad egoísta e individualista”, “un capitalismo financiero no regulado”, terrorismo y delincuencia internacional, fundamentalismos y fanatismos “que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión”. “Y, sin embargo —continúa el Papa—, las numerosas iniciativas de paz que enriquecen el mundo atestiguan la vocación innata de la humanidad hacia la paz. El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda”.

“La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible” —asegura el Papa—. “Nuestros ojos deben ver con mayor profundidad, bajo la superficie de las apariencias y las manifestaciones, para descubrir una realidad positiva que existe en nuestros corazones”. Y más adelante añade: “Toda persona y toda comunidad —religiosa, civil, educativa y cultural— está llamada a trabajar por la paz”. La paz es la realización del bien común y de todos en la sociedad

La paz verdadera pasa por el respeto a la vida humana “desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural”; por el reconocimiento y promoción del matrimonio como “la unión de un hombre y una mujer”; por el derecho a la libertad religiosa; por el derecho al trabajo; por el respeto a la familia y la lucha por la justicia social. Para construir la paz es necesaria “una nueva visión de la economía”, “una correcta escala de valores y bienes, que se pueden estructurar teniendo a Dios como referencia última. De forma concreta asegura que para salir de la crisis financiera y económica actual hacen falta “personas, grupos e instituciones que promuevan la vida, favoreciendo la creatividad humana para aprovechar incluso la crisis como una ocasión de discernimiento y un nuevo modelo económico”.

“Dentro de la actividad económica, el que trabaja por la paz se configura como aquel que instaura con sus colaboradores y compañeros, con los clientes y los usuarios, relaciones de lealtad y de reciprocidad. Realiza la actividad económica por el bien común, vive su esfuerzo como algo que va más allá de su propio interés, para beneficio de las generaciones presentes y futuras. Se encuentra así trabajando no solo para sí mismo, sino también para dar a los demás un futuro y un trabajo digno”.

Al mismo tiempo, pide “políticas de desarrollo industrial y agrícola que se preocupen del progreso social”, la construcción de “un estado de Derecho y democrático”, “la estructuración ética de los mercados monetarios, financieros y comerciales” y la seguridad alimentaria.

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