EDITORIAL
Periodismo suma enemigos
Nuevamente, el Día del Periodista en Guatemala, celebrado hoy, no tiene motivos para que quienes ejercemos esa actividad de manera profesional dejemos de estar conscientes de los riesgos, a veces mortales, a los que se está expuesto.
Un diputado de la Unidad Nacional de la Esperanza, Julio Antonio Juárez Ramírez, acaba de perder su inmunidad, acusado de ser el autor intelectual del asesinato de los periodistas Danilo López, corresponsal de este periódico, y Federico Salazar, de un canal de cable de Suchitepéquez.
Es un mínimo avance. Sin embargo, aún está impune la muerte a balazos sufrida el año pasado por el periodista Hamilton Hernández Vásquez, de 28 años, y su esposa, Ermelinda González Lucas, 35, en Coatepeque, Quetzaltenango. Se comprueba que sigue siendo muy arriesgado ejercer el periodismo en la provincia.
Países como México siguen siendo lugares donde ser periodista requiere de mucha valentía y de conciencia del necesario beneficio para la colectividad. En Estados Unidos, el presidente Trump ha llegado a acuñar la expresión “fake news” (noticias falsas), para referirse a las versiones periodísticas que no son de su agrado o de medios independientes.
Cuando los gobiernos pierden popularidad o se ven rechazados a causa de la corrupción o acciones absurdas y poco meditadas, como es el caso de Guatemala, se recurre a vieja táctica de darle preferencia a determinados medios de periodismo no independiente, como aquí ocurre con los canales de la televisión abierta.
Por su parte, sectores de poder económico, aunque no oficialmente pero sí por medio de personas con importancia, se han dado a la tarea de acusar a medios y a periodistas específicos de “destruir el país”, en una actividad subrepticia, y por ello potencialmente peligrosa, que incluye presiones para el retiro de publicidad. Esto último tiene un antecedente, cuando bajo ese modelo se asfixió a la revista Crónica hace varios años, por sus artículos críticos sobre el alcalde Álvaro Arzú.
Un arma poderosa son las publicaciones que solamente utilizan las redes sociales, porque no se rigen por la Ley de Emisión del Pensamiento. Lo irónico es que a causa de ello han proliferado una suerte de propagadores de mentiras y de supuestas noticias y reportajes interesados o financiados desde el exterior regidos por tontos útiles con recursos mal habidos.
La única manera en que el periodismo se puede defender es realizando su trabajo en forma profesional, independiente, lejos de amistades interesadas o de presiones sectoriales o extremistas, pero consciente de la relevancia histórica de su tarea y de la vital importancia de su independencia de criterio para el fortalecimiento de la democracia, porque el público es cada vez más crítico, exigente y tiene al alcance de la mano muchas opciones para informarse.
Pese a lo expresado por los agoreros interesados o ignorantes, el buen periodismo no solo se mantendrá, sino aumentará su importancia. El antecedente histórico del periodismo comenzó en Guatemala en 1729. No hay motivo para pensar que no se mantendrá otros 288 años, como lo están demostrando periódicos de referencia mundial.