PUNTO DE VISTA
América Latina después de la Cumbre
En la Declaración de Buenos Aires, aprobada por todos los países de América Latina y el Caribe, miembros de la CELAC, en los puntos 3 y 4, leemos lo siguiente:
“Remarcamos nuestro compromiso con la democracia, la promoción, protección y respeto de los Derechos Humanos y el Estado de Derecho. Recordamos que la democracia es una conquista de la región que no admite interrupciones, de conformidad con el ordenamiento jurídico de los Estados, ni retrocesos, y reiteramos en ese sentido nuestro más firme compromiso con la preservación de los valores democráticos y con la vigencia plena e irrestricta de las instituciones y del Estado de Derecho en la región; la celebración de elecciones libres, periódicas, transparentes, informadas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo.”
Y esto lo firman Cuba, Venezuela y Nicaragua. Cínico e hipócrita insulto a la inteligencia de cualquier mortal que no padezca de ceguera ideológica. En efecto como decía Octavio Paz: “la ceguera biológica impide ver, pero la ceguera ideológica impide pensar.” Cuba, Venezuela y Nicaragua son también acérrimos defensores del multilateralismo y por tanto de la Carta de la ONU, que en su artículo 1 dice: “Los propósitos de las Naciones Unidas son: Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz.” El apoyo de estos tres países a la brutal invasión de Rusia a Ucrania es una muestra evidente más de hipocresía, cinismo y falta de seriedad.
' “La verdadera enfermedad de América Latina es el retraso en la reflexión política, económica y social”. Octavio Paz
Sadio Garavini di Turno
Hace unos años, The Economist puso como titular de su portada: ¿Is Argentina a serious country? Me imagino que la pregunta hoy en día podría ser ¿Es América Latina un continente serio? Como muestra sólo un botón: el tragicómico autogolpe de Castillo en Perú. Argentina en 1929 tenía un ingreso per capita, cercano al de Francia. En 1950, Taiwán, Singapur y Corea del Sur tenían un ingreso per capita muy inferior a los de Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, México, Ecuador, Colombia y Venezuela. Uruguay, Venezuela y Argentina superaban a Finlandia, Austria e Italia. Todavía en 1960 algunos de estos países tenían un ingreso per capita superior al japonés. El fracaso socioeconómico del sub continente es apabullante. Las causas son varias, pero una de ellas fue que, durante estas décadas, en general, se optó por el modelo de desarrollo “hacia adentro”, proteccionista y sustitutivo de importaciones, que nos ha dejado con unas industrias enclenques, no competitivas y parásitas del Estado. Prácticamente impotentes en mejorar la productividad, pero excelentemente capaces de obtener y perfeccionar los “necesarios’ ligámenes, en buena parte inconfesables, con las élites de una maquinaria estatal obesa e ineficiente. Un modelo que nos ha reducido a exportar, casi exclusivamente, materias primas. Lo paradójico del asunto es que después de toda la verborrea retórica “igualitaria” que caracterizó la Teoría de la Dependencia, la América Latina tiene una distribución de la riqueza inaceptablemente regresiva. En cambio, Taiwán y Sur Corea están entre las sociedades más equitativas del orbe. Tiene razón Octavio Paz cuando nos dice que: “la verdadera enfermedad de América Latina es el retraso en la reflexión política, económica y social”.