PLUMA INVITADA

Madre

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Múltiples veces nos preguntamos el papel de cada uno durante la crisis de la humanidad 2020-2023. Un enemigo silencioso se instaló en los hogares guatemaltecos, en las comunidades, municipios, departamentos, república, el mundo, causando daño y mortandad.

Las acciones propias en cada hogar recayeron en cada uno al exigir un compromiso para evitar la destrucción de la familia, de la economía, productividad, educación. La madre es aquella persona donde sus fuerzas cambiaron la convivencia con su pareja, la forma de organizar la vivienda, los modos de cuidar la alimentación de los suyos.

No bastan unas líneas para definir el aporte de la madre para garantizar nuestra supervivencia, su generosidad y actitud humana para lograr una ventaja al mal del siglo. El mundo se siente orgulloso de la peculiaridad con la que grandes consorcios, banca, empresa, se ufanan de su aporte al triunfo sobre la adversidad.

Olvidamos ese componente inmaterial, intangible y profundo de la madre. De manera sigilosa, con sus modales, con su actuar, logró el progreso de esta patria que amamos y que es tan cruel en las penas judiciales, los vejámenes y las actitudes en contra de aquellas que protegen la vida, la estabilidad y la fortaleza de la humanidad frente a formas obtusas de comportamiento cada vez más relajadas con el advenimiento de la destrucción cultural propiciada por el hambre de poder.

Las acciones comunes de los demás afectan la exterioridad de los seres humanos. Únicamente la madre es capaz de interiorizar aquello que todos pasamos por alto, la esencia misma de la cultura guatemalteca que radica en las manos milagrosas de la madre al transformar en bienestar aquellas cosas que benefician a aquellos que ha traído a este mundo.

' Su don y tarea permiten nuestra subsistencia y trazan el horizonte para las futuras generaciones.

José Miguel Argueta

Muchas veces sin ese reconocimiento de su papel y de su lugar es alabada a través de acciones banales que no compensan en mínimo el descaste propio de su humanidad.

La madre es transparente, más que cualquier actor social. Jamás promete. Hace más que los demás comprometiendo para ello su propia humanidad y con ello garantizando la supervivencia de todos. Su acción se ve delimitada por lo desprotegida que ella está en su entorno y que su papel es excluido de valoraciones que solo fijan el ámbito político o económico instrumentalizando su función, su tarea, su don.

La palabra madre representa, aunque no se reconozca, la forma más alta de ser civilizado. Es una cualidad social que permite, en medio de tantos atropellos, guardar en la familia la valoración propia que como país nos hace subsistir. No nos referimos a logros alcanzados, sino a las realizaciones maternales que conquistan la estabilidad de la vida guatemalteca.

Eso nos une con otros pueblos y ella trae la paz y la concordia, y expresa de forma natural la conciencia de nosotros mismos y esas peculiaridades que se reflejan desde los alimentos, la salud, la educación que durante este período crítico fueron salvaguardadas por la madre.

Bendita la madre guatemalteca, las madres del orbe. Su don y tarea permiten nuestra subsistencia y trazan el horizonte para las futuras generaciones en un mundo cada vez más compulsivo por cuestiones pasajeras y obnubiladas de maldad.

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