PLUMA INVITADA
Sobrevivir a las elecciones
Las palabras democracia y partidos políticos se homologan. Permanecen ocultas todo el tiempo, pero muestran su rostro en los procesos electorales que encontrarán su cenit el 25 de junio de 2023 en Guatemala y aquellas ciudades alrededor del mundo donde haya guatemaltecos que recuerden que vivir en su país es un delirio.
Muchos llegarán al hastío, por lo atípico de la cantidad de partidos políticos en esa entronizada lucha de poder. Sin consideraciones morales, una estructura de organización que nos convierte en un modelo de las sociedades contemporáneas. Cada partido es una agrupación de ciudadanos que buscan el poder para instrumentalizar un sistema político que influya en las decisiones gubernamentales de Estado-nación en los próximos cuatro años.
Los sueños de las revoluciones del 30 de junio de 1871 y del 20 de octubre de 1944 son obsoletos, pues ninguna de sus instituciones ha aportado una hoja de ruta hacia la unidad de los guatemaltecos, sino hace evidente la pléyade de diferencias que nos caracterizan. Muchos tendrán proyectos que serán un fracaso, incluso los de aquellos que por suerte obtengan la adhesión necesaria de ciudadanos que los lleven al poder.
' Esta explosión masiva de candidatos, ajena a cualquier bienestar general, hace evidente que la unidad en Guatemala no existe.
José Miguel Argueta
Eso es lo valioso de sobrevivir a las elecciones. En el fracaso de muchos proyectos con demasiadas promesas tratando de favorecer la intención del voto surgirán de la Nación verdaderos proyectos de ciudadanos genuinos que muchas veces, desde su silencio, transforman la realidad. Los proyectos de Estado y los de nación muchas veces se complementan. En su mayoría constituyen una tiránica opresión del partido político, cuyas adhesiones provienen de los más vulnerables, a las decisiones que serán tomadas a partir del 14 de enero de 2024.
Los partidos en Guatemala son meras corrientes de opinión, cuadros de élites y fuerza de masas sin la formalidad básica para constituir un cambio que solo se ha impuesto en las dictaduras militares desde la fundación de las República de Guatemala, el 21 de marzo de 1847. Los que dirigen los partidos políticos son unos cuantos ciudadanos que se desvinculan del resto de la población que posee la capacidad institucional de organizar a la población, haciendo imposible la toma de decisiones de los pobladores en forma colectiva. Los que ganan las elecciones no lo hacen por el hecho de poseer una unidad de ciudadanos, sino que los móviles son tan individuales que se orientan como un vendaval.
No hay discusiones serias y amplias como el futuro de la patria grande, Centroamérica; la parte sur de México que nos fue arrebatada por esa miopía de independencia; el desarrollo de instituciones capaces de organizar y garantizar cada momento valioso que gozamos de agua, de aire, de vida. Los partidos de élite y los de masa compiten dando lugar a organizaciones intermedias que encuentran el cabildeo de sus múltiples intereses en las alcaldías y el honorable Congreso de la República de Guatemala, dejando al Estado o Poder Ejecutivo causando gradual o súbitamente destrucción en todos los órdenes ajenos a la legalidad.
Esta explosión masiva de candidatos, ajena a cualquier bienestar general, hace evidente que esa unidad en Guatemala no existe, que los amplios sectores de la población serán instrumentalizados y que las heterogéneas demandas de tantos sectores de la población crean el caldo de cultivo que propiciarán las elecciones del 2023. Los partidos políticos que nacen de la social democracia llevaron a la Alemania de Hitler, a América de Truman, a Camboya de Pol Pot y a Guatemala de Giammattei. Pero el vendaval pasará.