CATALEJO

Prepararse para la era post-FIFA

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Desde el viernes quedó claro. Guatemala saldrá de la FIFA por la vía de la expulsión y con ello el futbol nacional y todo lo relacionado con este deporte, especialmente la afición, deberán prepararse para asumir las consecuencias de tantos años de desorden, irresponsabilidad, corrupción, compadrazgo y demás aspectos negativos. Esto significará tristeza y decepción para muchos, pero al mismo tiempo puede abrir la puerta a una nueva realidad, eso sí, necesaria de ser explicada a los guatemaltecos, a fin de permitirles conocer realidades relacionadas con la máxima entidad rectora del futbol, cuya principal calidad es la de constituir la mayor organización no gubernamental del planeta, y manda aunque tampoco sea ejemplo de transparencia.

La posición guatemalteca de enfrentarse a la FIFA, aunque podría ser explicable a causa de razones internas incluso constitucionales, ya es el motivo de la amenaza de la expulsión. Aunque sea resuelto el ultimátum, si no se hace pronto significa la salida nacional de las eliminatorias para dos mundiales próximos; el regreso a casa de los escasos jugadores chapines contratados en el extranjero y de los nacidos fuera del país y ahora convertidos en figuras destacadas aquí; el fin de los 25 millones de quetzales otorgados por esa entidad al futbol local, convertido a partir de la salida en una liga interna. Ante esta crisis, es indispensable hacer todos los cambios necesarios y urgentes para buscar una nueva realidad y con ello lograr el regreso a esa entidad.

Las autoridades, nuevas o renovadas en su criterio, pueden tomar medidas trascendentales y sobre todo de fácil apoyo de parte de los aficionados. Entre ellas destaca la obligada situación de jugar solo con futbolistas locales o, si se puede, con un número muy reducido en cada equipo, y siempre y cuando llenen requisitos de edad, por ejemplo, y en efecto ayuden con ejemplo de calidad de juego a los jugadores locales. El futbol federado podría obligar a la participación en los equipos profesionales —de esa calidad porque seguirían cobrando por el ingreso— a tomar en cuenta a los jóvenes futbolistas escolares, y también preparar campeonatos con la participación de jugadores provenientes de ligas con participación de institutos y de colegios privados.

Por supuesto, es fácil sugerirlo y complicado llevarlo a cabo. La reorganización mencionada es urgente aun cuando por alguna especie de milagro futbolístico se lograra detener la amenaza de expulsión con la cual ha arremetido la FIFA. Es necesario señalar por qué esa entidad puede hacer y cumplir su ultimátum. Es un club privado —el más grande del mundo, maneja ese deporte, para bien o no— y la permanencia allí depende de normas establecidas por sus autoridades. En la triste pero obvia realidad, Guatemala no puede hacer nada. Como ciudadano guatemalteco me molesta, aunque me haya alejado del futbol desde esa dolorosísima tragedia del estadio Mateo Flores, hoy Guamuch. Debe aceptarse y tener éxito en negociaciones urgentes.

El caso del futbol ejemplifica, a mi criterio, cómo están las cosas en el país, cuyo naufragio es evidente en tantas instituciones sociales, políticas, económicas, pero también académicas, religiosas, jurídicas, educativas. Solo se puede solucionar con la práctica de nuevas acciones basadas en la evidente verdad de no lograr nada nuevo si se continúa haciendo lo mismo y con la misma gente. Se debe buscar ayuda para encontrar la solución, entre países amigos con pasados problemas similares, pero con la idea de no defender lo indefendible y blandiendo un hecho también real: a la FIFA, aun no recuperada de los escándalos de hace pocos años, le conviene ayudar a Guatemala a no salir. Pero para ello es imprescindible presentar caras nuevas, sin motivos de crítica.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.