PUNTO DE ENCUENTRO

Querido Juan Ramón:

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La última vez que nos vimos fue en el Paraninfo Universitario. Salías de una reunión de la Asamblea Ciudadana contra la Corrupción y la Impunidad. Yo iba a mi programa en Radio Universidad. Nos saludamos muy rápido y cruzamos algunas palabras respecto del contexto político nacional. Me dijiste que había que continuar desde todos los espacios sumando esfuerzos para cambiar el país. “Te escucho y te leo siempre, querida Marielos”, así te despediste.

A pesar de las dificultades y de lo complicado de un país como el nuestro, donde las élites están empeñadas en que todo siga igual porque a fin de cuentas construyeron este sistema de exclusión para mantener el control político y económico, nunca perdiste el entusiasmo y las ganas de luchar. Y siempre tuviste la mano extendida para apoyar a los más desprotegidos.

Te pasaste la vida buscando espacios de encuentro que pudieran aglutinar a las fuerzas progresistas del país. Estabas convencido que la unidad hace la fuerza y que a los sectarismos hay que dejarlos de lado. Recuerdo muy bien la última charla que tuvimos en un café de la ciudad, en enero pasado. Hablamos largo y tendido sobre la necesidad imperiosa de la izquierda guatemalteca de juntarse a conversar y a proponer, de hacer autocrítica y de formar un frente progresista, pero no solamente de cara a la próxima elección. “Esto tiene que ser un esfuerzo sostenido en el tiempo”, me dijiste.

Charlamos de la situación latinoamericana, de los avances y retrocesos, y de la experiencia de la izquierda uruguaya que conforma el Frente Amplio (FA), y que a fuerza de unidad y lucha, ha hecho posible cambios profundos en su país.

Concordamos en cómo a medida que la lucha contra la impunidad y la corrupción fue avanzando, se fueron cerrando los espacios y los actores de poder volvieron a alinearse en un solo bando para tratar de desbaratar lo que se había conseguido. Coincidimos en la importancia de la participación y la movilización ciudadana como factor indispensable de transformación y en el apoyo que había que brindarle a los fiscales y jueces independientes contra quienes arreciarían los ataques. Y no te equivocaste, arreciaron. Me dijiste muy convencido que a pesar de los retrocesos, “después de 2015, Guatemala no sería la misma”. Y yo espero que te asista la razón.

Tu análisis crítico y tus reflexiones sobre temas del ámbito político, jurídico y de seguridad te hicieron una fuente habitual de consulta para quienes, como yo, nos dedicamos al oficio periodístico. Así te conocí, a fines de la década de los 90, cuando producía y conducía un programa en radio Sonora. En el debate nunca utilizaste la descalificación contra quien pensaba distinto. Lo tuyo era un discutir con argumentos y no con ataques personales.

Pero quizá, lo que más admiré a lo largo de todos estos años de conocerte, fue tu coherencia y la defensa de tus principios, en un país donde resulta común acomodarse y renunciar a respaldar aquello en lo que se cree para ser funcional al sistema, para no perder espacios, para congraciarse con el poder.

Por eso, el viernes pasado cuando supe de tu partida se me encogió el corazón. La tuya es una de esas pérdidas difíciles de asimilar. No perdemos solamente quienes te conocimos, pierde Guatemala a uno de sus hijos comprometidos, solidarios, entusiastas y coherentes. Perdemos a uno que supo luchar toda la vida.

Gracias por tu incansable compromiso en defensa de la libertad, la justicia y la igualdad. ¡Hasta siempre, querido Juan Ramón!

@MarielosMonzon

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