Venezuela en la encrucijada
Los hechos, las intuiciones y los presagios anuncian un desplome general, ante el cual los demócratas no podemos cejar en buscar soluciones no violentas, constitucionales y democráticas para enderezar la crisis que vive el país. Está de moda centrar la crítica al chavismo en sus falencias económicas, pero el daño mayor, el que sin duda será más difícil de solucionar, es el daño antropológico. Lo antropológico es crucial y no tan solo por el cáncer de la división —que fuera producido por Chávez—, sino porque el Régimen ha repotenciado el ADN militarista que pervive en las mentes venezolanas desde el origen de la república. Vivimos en una anomia y una anarquía porque, entre otras sinrazones, tenemos un Estado donde el vicio y la injusticia se dan la mano, convertida la sociedad en un cuartel al lado de un —decreciente— pozo petrolero.
Las elecciones parlamentarias de este año son políticamente inminentes. Fomentar la división de la oposición y aumentar al máximo la abstención de los opositores son los dos objetivos coyunturales del régimen. Por eso harán todo lo posible para promover la idea de que es inútil votar. Sin embargo, la historia demuestra que incluso con árbitros controlados por el régimen la oposición puede lograr un cambio de gobierno —Pinochet, Violeta Chamorro, Fujimori o Ferdinand Marcos son ejemplos a mencionar—. Si la oposición gana clara y contundentemente, reflejando todas las encuestas previas serias, no hay fraude que valga. Al perder las elecciones de una manera evidente se pierde la legitimidad, nacional e internacionalmente. Y aunque el Gobierno haga fraude, militares, jueces, fiscales, policías, empleados públicos, en general, y hasta diputados gobiernistas, pensando en su futuro, quizá buscarán caminos para abandonar el “barco”, antes de que se hunda, acelerando así el proceso del “naufragio”.
Por tanto, hay que llamar a votar masivamente. La unidad de la alternativa democrática es indispensable, quien agrede a la unidad, consciente o inconscientemente está favoreciendo al Gobierno. Ante el creciente cataclismo, la única respuesta del Gobierno ha sido el aumento de la censura, la represión y la intimidación. Sin embargo, Maduro y su equipo están profundamente equivocados. No prevalecerán el miedo, la resignación y las armas. Serán decisivamente vencidos por una esperanza democrática renovada, así como la razón vencerá a la irracionalidad de este irremediable desorden que sufrimos.
Nota: Este artículo resume un documento más amplio redactado a seis manos con los amigos Abdón Vivas Terán y Marcos Villasmil con quienes comparto los ideales del humanismo cristiano.