LIBERAL SIN NEO

¿Saquen sus Rosarios de nuestros ovarios?

En días recientes, con ocasión del aniversario de la tragedia de las menores que murieron en el Hogar Seguro y el Día Internacional  de la Mujer, un pequeño grupo de mujeres manifestó en una “sagrada procesión de la vulva”, portando pancartas que leían “saquen sus Rosarios de nuestros ovarios”, en un vulgar escenario que un analista calificó como “una parodia de las tradicionales procesiones católicas chapinas”. Para muchos causó asombro que personajes como Lenina García, de la AEU, y el PDH, Jordán Rodas, se encontraran entre este grupo. La Conferencia Episcopal de Guatemala no tardó en expresar su disgusto y el PDH se apresuró a exculparse con un no tuve nada que ver, fue pura coincidencia.

El aborto es un tema muy polémico, que despierta fuertes pasiones en contra y a favor. Se estima que se realizan cerca de 56 millones de abortos anualmente en el mundo, de los que 45% se practican sin procedimiento o condiciones adecuadas (Sedgh, et.al. The Lancet, 388). La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el aborto seguro y legal esté disponible a toda mujer. Aproximadamente 40% de las mujeres en el mundo tienen acceso al aborto legal, tan solo por su voluntad, sin tener que ofrecer justificación. ¿Es el aborto un “derecho humano” o, con mayor precisión, un “derecho de la mujer”? Tengo una convicción sobre esto. De lo que no estoy tan seguro es mi derecho a imponerla a otros.

En el espectro de posiciones sobre el aborto, el debate moral, ético y jurídico, se encuentran de un lado las iglesias y los valores tradicionales o conservadores, y del otro, el feminismo y el pensamiento cosmopolita. Quienes se oponen al aborto sostienen que el embrión o feto es un ser humano, con derecho a la vida y lo consideran una forma de asesinato. Los que están a favor del aborto legal suelen sostener que la mujer tiene el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, o en léxico moderno, forma parte de sus “derechos reproductivos”. El tema es mucho más complicado. Una persona puede estar en contra del aborto como convicción personal, aceptar que una mujer puede decidir en su caso, pero estar en contra de que sus impuestos sean usados para que el Estado lo proporcione de forma gratuita. El contraargumento es que si el Estado no proporciona abortos entre sus servicios médicos, solo las mujeres con medios pueden optar a él y las de condición económica humilde no tendrían acceso. Algunos analistas señalan que es altamente contradictorio que una persona se oponga a la pena de muerte en casos de crímenes horrendos, pero esté a favor del derecho al aborto, posición que es muy frecuente.

El estado actual de la investigación psicológica sostiene que no hay evidencia que indique efectos negativos de un primer aborto sobre la salud mental de la mujer que sean sustancialmente diferentes que los efectos de un embarazo no deseado. En otras palabras, esta posición sostiene que un primer aborto no constituye una amenaza para la salud mental de la mujer. Cuesta creer que el aborto no tenga impacto psicológico sobre la mujer que lo practica.

Mientras haya libertad de conciencia y expresión, o a menos que el gobierno mundial nos implante a todos un chip de igualdad de pensamiento y obediencia, el aborto continuará siendo un tema controversial. Creo firmemente en la libertad individual, pero me preocupa lo que refleja una sociedad en la que el aborto es un asunto cotidiano, una práctica común, no solo aceptada, sino alentada. Cuestiono el efecto que tiene el aborto como un “derecho reproductivo” de la mujer, sobre la fibra moral de la sociedad.

fritzmthomas@gmail.com

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