FAMILIAS EN PAZ

Sin afán

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Para muchos, Diciembre se convierte en un tiempo de aflicción, ansiedad y preocupación, en lugar de un tiempo de paz, armonía y reflexión, pues la cultura consumista del mundo actual estimula nuestros sentidos mediante la publicidad, creando la sensación de que algo nos hace falta o que debemos celebrar la Navidad como dicta la costumbre: fiestas, regalos, comida, bebida, etc.

Esta situación afecta a todos: unos batallan día a día para llevar el sustento a su hogar corriendo el riesgo de ser esclavos del afán, la ansiedad y la desesperanza por la falta de provisión o trabajo; otros teniendo la capacidad de compra corren el riesgo de caer en la codicia y avaricia, materializando su vida, buscando el placer por sobre todo. La fe y la esperanza son ahogadas por estas cosas.

Que seamos afectados o no dependerá de nuestras convicciones, pues ellas determinan nuestras acciones y perspectiva de la vida: si no creemos que la Navidad tiene un significado espiritual profundo, más allá de lo material o de los buenos sentimientos que genera, entonces nuestro enfoque estará en lo inmediato, en el placer y en la búsqueda de satisfacción personal. Pero si creemos que es un tiempo para reflexionar sobre la más grande expresión de amor de Dios para la humanidad, hemos de celebrarlo de manera distinta, desechando el afán por lo material, enfocándonos en su verdadero significado.

Estar libre de preocupaciones no implica estar libre de problemas; podemos tener dificultades, pero aun en medio de ello no perder la esperanza. Preocupaciones las hay de dos tipos, una que es correcta y la otra, dañina: es correcto ser responsables ante las cosas importantes de la vida, buscando cubrir nuestras necesidades básicas, trabajando diligentemente para cambiar las cosas, estando conscientes de que algunas dificultades las vamos a resolver, a otras quizás nunca les encontremos solución, pero buscando mantener la paz ante cualquier situación.

La dañina hace a las personas sumamente preocupadas por las cosas básicas de la vida, volviéndolas adictas al trabajo, a tal punto de descuidar sus relaciones personales más importantes: su cónyuge e hijos. Si nuestro trabajo distorsiona nuestros valores o desordena nuestras prioridades, entonces debemos corregir y ordenar las mismas. ¿De qué serviría afanarnos, trabajar mucho por conseguir todas aquellas cosas que pueden traer bienestar material a nuestra familia, si no vamos a estar con ellos, siendo nuestra prioridad?

Confiemos en que Dios tiene cuidado de nosotros y que nos dará la provisión para las necesidades básicas. Observemos las aves del cielo, que no siembran, siegan o acumulan, pero que no se afanan. Tampoco esperan que la comida les caiga del cielo, sino buscan constantemente su alimento confiando en que su Creador les dará la provisión diaria. Si el provee para las aves, ¿cuánto más a ti?

Que este tiempo no te provoque afanes innecesarios por cuestiones materiales o por celebraciones vanas. Encuentra el verdadero significado, confiando en un Dios creador, sustentador y proveedor de todo cuanto existe.

platiquemos@familiasenpaz.com

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