EDITORIAL
Tendenciosas y falsas declaraciones
Decía el célebre escritor guatemalteco Augusto Monterroso, por intermedio de uno de sus personajes, que el mundo es tan caótico porque Dios todavía lo está soñando. Quizá en el caso de Guatemala podría ampliarse la metáfora y afirmar que mucho de eso transcurre en medio de sobresaltos y pesadillas.
En una encrucijada marcada por la intensa lucha contra la corrupción, debe verse en la actualidad el cúmulo de hechos que entrecruzan las rutas de quienes tienen un papel que desempeñar en el fortalecimiento de la institucionalidad. En esto, los medios de comunicación independientes tienen un papel fundamental que desempeñar y por ello tampoco pueden ser inmunes a las presiones y manipuleos políticos.
En este contexto debe ser visto el extraño testimonio de Juan Carlos Monzón, colaborador eficaz en varios casos de corrupción, quien el pasado lunes declaró ante el juez Miguel Ángel Gálvez respecto de sus supuestos vínculos para incidir en la agenda y cobertura informativa de Prensa Libre y Guatevisión.
Las dos instituciones periodísticas mencionadas rechazan rotunda y categóricamente las declaraciones de marras porque, tal y como lo demuestra el desempeño de ambos medios, hemos ejercido con independencia y en el más agudo sentido crítico nuestra tarea periodística a lo largo de la agitada historia nacional.
Es evidente que Monzón provocó la pregunta para agredir a estos dos medios, hecho esto sin fundamento alguno y con intenciones de erosionar la posición de los atacados, abiertos críticos de la corrupción de gobernantes y sus innombrables y numerosos aliados.
Monzón miente. Su testimonio incurre en imprecisiones y se esconde diciendo que las supuestas directrices siempre las habría hecho a través de terceras personas; o sea, no tiene la fortaleza ni el valor de asegurar que él o las personas sobre las que presuntamente querían influir tuvieran algún contacto directo para girar órdenes.
Es evidente el inusual interés de Monzón en dar a conocer información relativa a la relación de medios de comunicación con el poder político. Ocurre esto en la última audiencia del polémico testigo protegido. No extraña, en consecuencia, que los señalamientos sean ahora contra dos de los medios más críticos con la gestión de Otto Pérez Molina y de Roxana Baldetti.
A ello se debió que este periódico pidiera a Pérez Molina, en el momento que fue necesario, dejar de interferir con sus llamadas telefónicas en nuestras labores, porque no es función de ningún gobernante en cualquier parte del mundo fijar las líneas editoriales de un medio independiente.
De manera institucional, Prensa Libre y Guatevisión rechazan categóricamente las mentiras expresadas por Juan Carlos Monzón, porque indudablemente todo esto es parte de un plan para sembrar dudas y justificar que los juzgadores o los abogados defensores puedan esgrimirlas en el futuro, cuando los procesos contra la corrupción avancen a nuevas etapas procesales. No hay que perder de vista la lógica perversa de quienes esperan que exista alguna forma de retroceder la justicia y deshonrar nuevamente al país.