VENTANA

Terremoto del café

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En este artículo me propongo demostrar que en Guatemala estamos a punto de sufrir otro  terremoto.  No será  telúrico ni provocado por el movimiento de nuestras fallas geológicas, sino por la caída de los precios del café en los mercados internacionales. Según el sismógrafo de precios mundiales, el martes 21 de agosto  el precio del café cayó a los 97.25 dólares por cada quintal  en oro que vendan nuestros exportadores.

Eso quiere decir que, en el campo, en las fincas productoras de cafés especiales, los pequeños propietarios estarían recibiendo menos de US$80 por quintal oro. Como la mayoría de los pequeños propietarios no llegan a vender café en oro, sino en cereza y pergamino, el precio que los intermediarios podrán pagarles por un quintal de cereza será de unos US$13, que a un tipo de cambio de 7.50 por dólar nos da 97.5 quetzales. Si pensamos que, en promedio, una pequeña parcela produce 40 quintales, al final de la cosecha 2018-19 sus ingresos serían de 3 mil 900 quetzales. Dividido entre 12 meses, son 325 quetzales al mes. Dividido entre cinco personas por hogar, nos da 65 quetzales por persona al mes. Dividido, otra vez, entre 30 días, nos da una disponibilidad de 2.17 quetzales diarios para cada uno, que son 29 centavos de dólar por persona al día. En todo el mundo este nivel de ingresos significa extrema pobreza. Habrá hambre. Los datos que estoy dando los consulté con compradores de café de tierras altas. Los cafés de baja altura estarían en peores condiciones.

Guatemala tiene cinco economías. La primera, y la básica, es la economía del maíz, que es de la que sobrevive la mayoría de gente que vive del campo. Sin los ingresos suficientes del café, la gente no va a tener dinero para comprar el maíz que no puede cultivar. Unas 700 mil personas pasarían hambre. La tercera economía es la de las nueve o 10 ciudades que no son la ciudad capital, pero que cada día se urbanizan más. Prepárense porque sus mercados se van a ver inundados de gente pidiendo todo tipo de trabajo a cambio prácticamente de la comida.

La cuarta economía es la que está ubicada en ese cinturón que rodea a la ciudad capital en un radio de 20 kilómetros, donde existe la economía moderna y donde se concentra el 80 por ciento de los ingresos del país. Aquí los negocios no se van a caer, pero sus mercados van a disminuir notablemente al no recibir la demanda acostumbrada que viene del campo. La quinta economía es la de las exportaciones e incluye la de las remesas familiares, porque son las dos fuentes de divisas del país. El terremoto del café será de tal magnitud que todas las medidas que se están tomando de manera fragmentada para salvar a la caficultura no tendrán efecto porque, como lo sabe todo buen inversionista, es absurdo invertir más para perder más.

He dejado en último lugar la segunda economía nacional, la economía del café, que es la que le da vida a los mercados locales en las tierras altas de Guatemala, y que, se sabe, es de donde más personas emigran a los EE. UU. ¿Qué hacer? ¿Vender su tierra, sembrar drogas, esperar el impacto de los programas de las oenegés asociadas al plan prosperidad de Usaid? El terremoto del café es un terremoto económico. Por tanto, su solución debe ser económica, antes de que se transforme en un terremoto político.

Es preciso hacer un llamado a las mentes creativas para dejar de seguir viendo este problema solamente desde el lado de la producción. “Urge buscar soluciones del lado de su comercialización, siempre y cuando sea antes de los meses finales del año, cuando comience nuestra cosecha,” concluyó el Clarinero.

clarinerormr@hotmail.com

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