EDITORIAL
Trump desata una peligrosa polémica
La prudencia no ha sido una característica en la Casa Blanca desde que Donald Trump asumió la Presidencia. Con demasiada frecuencia se dan muestras de impertinencia, abusos y decisiones polémicas que ponen al actual mandatario como una de las mayores preocupaciones de la comunidad internacional, que espera serenidad y madurez de la primera potencia mundial.
El pasado miércoles, Trump volvió a estremecer al mundo con la declaración de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, medida que han celebrado sus más cercanos admiradores e Israel, porque el resto del mundo se ha manifestado en contra de esa decisión, que echa por tierra las negociaciones de paz entre palestinos e israelíes y a la vez se descalifica como un interlocutor válido para mediar en ese espinoso proceso.
Líderes de las potencias europeas —como Ángela Merkel, de Alemania, y Emmanuel Macron, de Francia—, la Comunidad Europea, Reino Unido y países aliados de Estados Unidos dentro del mundo árabe también han expresado su desencanto con el anuncio, y algunos han declarado que no respaldan esa decisión o que exhortan al mandatario a reconsiderar su medida.
Sería trágico que esa decisión del presidente estadounidense desbarate las conversaciones de paz, pero también que se pueda convertir en el inicio de una nueva era de violencia en una zona caracterizada por la inestabilidad y el constante cruce de fuego, como ya ocurrió ayer en la zona fronteriza.
Dos notorias y lamentables características afloran de nuevo en las decisiones del presidente Trump, una de ellas la describió con bastante propiedad el cronista de The New York Times, Tom Friedman, quien define la situación así: “No se ve como el presidente de Estados Unidos, sino como el presidente de sus bases”.
Pero quizá lo más grave para el resto del mundo es no tener plena conciencia del poder que tiene en sus manos, el cual no debería servir para resquebrajar relaciones con países aliados, con los que debería contar en la toma de decisiones trascendentales, sobre todo cuando hay claras diferencias, lo cual en el fondo también debe ser visto como falta de respeto en relaciones llamadas a ser más armoniosas.
El gobierno que con más dureza ha criticado la decisión estadounidense, sin ser un país árabe, es el de Turquía, cuyo presidente, Recep Erdogan, afirmó que Trump “ha lanzado a la región una espiral de fuego”, y junto al papa Francisco, tras una comunicación telefónica, mostraron su inconformidad con lo comunicado desde la Casa Blanca. Erdogan insistió posteriormente en que los dirigentes no tienen entre sus misiones la de agitar sino, en vez de eso, conciliar.
“Lamentable”, “decisión que no ayuda”, “respaldo a las resoluciones de Naciones Unidas”, “graves consecuencias”, “decisión tan injustificada” y “en contra de toda medida unilateral” son algunas de las expresiones surgidas a raíz de la más polémica decisión de Trump en lo que va de su mandato, quien parece ignorar el rol de Estados Unidos en la pacificación mundial, y mucho más cuando su Gobierno es parte de las negociaciones entre dos Estados que una vez más encuentran un nuevo motivo de confrontación.