CON NOMBRE PROPIO
Un gobierno que amenaza
El presidente rodeado de militares y policías en un mensaje a la Nación advirtió: “La Constitución la defino yo”. Entendimos que empezaba la hostilidad manifiesta hacia la Corte de Constitucionalidad (CC). Días antes había proferido oprobios contra el procurador de los Derechos Humanos y el Tribunal Supremo Electoral, así que una raya más al tigre no era de espantar. Sin embargo, en otro de sus grotescos discursos y con su vice a la par criticó, de una forma inútil y mediocre, a la Universidad de San Carlos, lo que le causó ser declarado no grato, junto con el exrector. En 242 años esta pareja consiguió lo que nadie había podido obtener de la comunidad sancarlista. Por supuesto, la vergüenza es poca y si no hay plata de por medio no entienden los efectos de la determinación.
El lunes recién pasado el ministro de Gobernación y la canciller desafiaron a la CC y fueron enfáticos en que ese Tribunal puede decir cualquier cosa porque a ellos poco les importa. Tienen el poder y punto. Abogados salen a defender lo indefendible, cuando lo evidente es evidente, lo que la Corte diga para el Gobierno tiene tanto valor como adorno de zaguán.
En un contexto de polarización, de una ausencia grotesca de propuesta por parte del Gobierno para enfrentar la corrupción porque no propone una coma con respecto al tema, hay tres aspectos que pueden parecer intrascendentes pero los consideramos importantes para entender la dinámica.
El domingo pasado una mujer, quien dijo ser policía, entró a la Sala de Vistas de la Corte de Constitucionalidad para tomar fotografías de los reporteros presentes en la conferencia de prensa de los magistrados. Esta persona salió corriendo al verse descubierta y dejó tirado su aparato telefónico. Los “orejas”, habituales en toda nuestra historia de dictaduras y gobiernos militares, se muestran de nuevo con especial habitualidad en estos momentos y con un ministro de Gobernación que de seguridad democrática no tiene ni un ápice de idea. La mujer huyó en moto sin placas. Es claro por dónde va la cosa.
Marvin Mérida, persona cercana al presidente Morales y quien ha sido señalado de varios asuntos que ameritan investigación penal, entre los que sobresale haberse arrogado el puesto de embajador con la total vista gorda de los actuales mandamases de la Cancillería, insultó en redes sociales a la corresponsal de CNN en Guatemala y lo hace cuando uno de los periodistas más conocidos de dicha cadena increpa al presidente Morales para que salga de su escondite y pueda dar, por lo menos, declaraciones a la prensa internacional sobre sus últimas decisiones. Es claro por dónde va la cosa.
Existe una posición institucional del Gobierno, por cierto muy similar a la que hace el presidente Trump allá en el norte, para deslegitimar el esfuerzo de cualquier medio de prensa que le critique o le muestre su evidente corrupción —quien crea que miento que vea a los ministros de Ambiente y Desarrollo, por citar dos ejemplos—. Los únicos medios que gozan de la bendición presidencial son: primero, el diario oficial; segundo, canales y emisoras de radio cuyos dueños tienen órdenes de captura o ya están bajo resguardo de autoridad; tercero, un canal de cable donde se difunden los mensajes del exdictador Jorge Serrano y que apoyó a Manuel Baldizón y ensalzaba al impresentable de Nicolás Maduro, pero ahora jura anticomunismo a ultranza; y cuarto, las cuentas de tuiter de sus funcionarios, donde la religión sale en cada momento. Es claro por dónde va la cosa.
Desde el Gobierno existen muestras de represión, dependerá de una sociedad comprometida con su presente no repetir los horrores del pasado en un futuro muy cercano. La amenaza está sobre la mesa.
@Alex_balsells