CON NOMBRE PROPIO

Un parque ¿es mucho?

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Vivimos en una ciudad sin parques, tan es así que el arriate de la Avenida de La Reforma y de Las Américas se usa para que muchos corran por madrugadas y noches, los fines de semana se cierran esas vías y varias otras para caminar y “bicicletear”, la 6ª avenida de la zona 1 es peatonal en una de las mejores decisiones municipales que hemos tenido y paramos de contar.

Caminar por las calles es peligroso, primero porque asaltan, pero luego porque los postes tapan la acera, la contaminación visual y auditiva es cada vez mayor y sin lugar a dudas somos una ciudad hostil para el peatón. Los parques del Centro Histórico están bonitos, el Gómez Carrillo, Cerrito del Carmen, San Sebastián, Morazán y Colón, entre otros, están limpios y sus jardines, cuidados; sin embargo esas áreas verdes fueron diseñadas hace más de 200 años. ¿Qué hacemos como ciudad para tener mejor calidad de vida?

Viene esto a la mente porque el Instituto de Previsión Militar, órgano autónomo con personalidad jurídica propia, decidió otorgar en arrendamiento a una entidad privada el área que ocupan las canchas de tenis del Club Aurora, el propio Estadio del Ejército y el terreno aledaño para que, como ha salido a luz pública, se construya un bello estadio, un centro comercial y un hotel. El proyecto representa millones de quetzales de inversión y le significa al Instituto ingresos por 50 años (renovables) y una eventual propiedad de lo construido.

Supongamos que el negocio del IPM reúne los requisitos legales aunque su opacidad sea deslumbrante, es este el momento para preguntarnos ¿qué clase de ciudad queremos? Tuve la oportunidad de estar en Ciudad de México hace unas semanas y caminar por el Parque de Chapultepec. Cada paso me generó envidia (de la buena). Con todos los problemas de contaminación y dentro de una de las urbes más grandes del mundo, los mexicanos gozan de un parque metropolitano que es un verdadero pulmón en las junglas de concreto que tenemos por ciudades. ¿Es mucho pedir que en nuestra ciudad exista un cambio radical en su visión y se privilegie el espacio verde?

El Campo de Marte se gestó en 1885, cuando Justo Rufino Barrios decretó la creación del Cantón Independencia y se empezó con los asentamientos urbanos como La Palmita. 131 años han pasado y no tenemos en la Ciudad de Guatemala esa visión para la sana recreación. ¿Es lógico?

Cuatro son las áreas que tiene a su cargo el Ministerio de Cultura y Deportes: el Campo de Marte, el polideportivo Gerona, el Érick Barrondo y los Campos del Roosevelt (injustamente todos en la capital). Si las entidades descentralizadas y autónomas tienen la obligación constitucional de coordinar su política con la del Estado, ¿es mucho pedir que se pongan de acuerdo para construir un parque y de una vez lo hagan sobre los garajes situados frente a la Guardia de Honor? ¿No sería eso una mejor inversión para el Estado?

Hace poco, justo por el nuevo paso a desnivel que la Municipalidad construyó, los militares hicieron lo mismo que la Usac en los Arcos de la zona 14 y cerraron con pared un campo de fut que estaba a la vista. Así seguimos “enzaguanando” esta ciudad para hacerla un simple corredor. Cada vez más chata y fea.

Sólo el parque Érick Barrondo ha sido construido en la época democrática (y por el gobierno central). ¿No deberíamos pelear por una nueva área verde? ¿No es el deporte la mejor prevención para la violencia y un promotor de la cohesión social? ¿Preferimos otro espacio privado?, ¿tenemos conciencia de lo público? ¿Qué opina la Municipalidad?

Queremos una ciudad para humanos o para consumistas insaciables, eso es lo que debemos decidir.

@Alex_balsells

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