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¿Es culpa de la inflación importada? O por qué la política del Banguat es corresponsable de la subida de precios
Las autoridades económicas del país insisten en que el nivel general de precios actual se debe en gran medida al costo de los productos importados, pero se niegan a flexibilizar el tipo de cambio.
Las alzas de precios han impactado a diversidad de productos. (Foto, Prensa Libre: Efe).
En términos prácticos se ha entendido la inflación como un fenómeno monetario durante los últimos 50 años. Esto permitió durante este último periodo de tiempo, mantener las tasas de este indicador relativamente bajas en relación con los años precedentes. No sólo en las economías desarrolladas sino también en países en vías de desarrollo.
Este entendimiento deriva de una historia larga respecto a la teoría cuantitativa del dinero, la cual tiene varias formas de expresarse, pero una muy fácil de entender es que la masa monetaria y la velocidad con que circula el dinero en la economía, tiende a ser igual al nivel general de precios, multiplicado por la cantidad de bienes y servicios producidos en términos reales, no monetarios.
Cuando se calcula la tasa de crecimiento de la masa monetaria (medios de pago) denominada M1 (efectivo + depósitos a la vista) su tasa de crecimiento compuesta es de aproximadamente 10.42%, para el período de 1995 hasta 2019. En ese mismo lapso, si se aplica el cálculo de la tasa de crecimiento del Índice de Precios al Consumidor (IPC), este es de 5.76%.
En ese mismo período, la tasa compuesta de crecimiento económico real fue de 3.54%. Es decir, que el crecimiento del IPC (5.76%) tiende a ser igual al crecimiento de la masa monetaria (10.42%), menos el crecimiento real de la economía (3.54%).
Los cálculos anteriores fueron llevados a cabo con información publicada por el Banco de Guatemala (Banguat) y se realizó hasta 2019, el año previo a la pandemia.
¿Qué sucedió después?
Vale la pena recordar que el Banco de Guatemala (Banguat) otorgó un préstamo de Q11 mil 500 millones al gobierno central, vulnerando (aunque de forma legal) la prohibición constitucional, con el visto bueno de la Junta Monetaria (JM).
Las tasas de crecimiento promedio pre-pandemia fueron de aproximadamente de 9.83% para el M2 (que es el M1 más depósitos de ahorro) y de 12.45% para M1. Desde abril de 2020 y hasta diciembre de 2021 las tasas de crecimiento de los agregados monetarios casi se duplicaron, a 15.98% y 20.12%, respectivamente.
Mientras, las Operaciones de Mercado Abierto (OMA) permanecieron con una tasa de crecimiento interanual básicamente igual en el período prepandemia y luego de abril 2020 hasta diciembre de 2021 (15.89% y 15.96% respectivamente). En lo que va del año 2022, la tasa promedio de crecimiento interanual del saldo de OMAS es de –4.03%.
Los efectos reales
Todo este proceso de análisis práctico y teórico se realiza para refutar las afirmaciones de las autoridades monetarias del país, que insisten en que los riesgos de inflación en el país se deben principalmente a la inflación importada.
Un pequeño elemento teórico: Si el tipo de cambio es flexible, la inflación importada suele ser muchísimo menor a la que acontece con tipos de cambio fijos. Guatemala es el ejemplo, con el Banguat evitando a toda costa una apreciación del precio del dólar estadounidense, para lo que ha adquirido fuera de regla y en un proceso discrecional, millones de dólares que ya suman aproximadamente entre 8 y 9 meses de importaciones.
Esos quetzales utilizados para comprar más dólares presionan el crecimiento de los agregados monetarios en el país y empujan la inflación. Con un tipo de cambio flexible, el quetzal se apreciaría y el precio de los bienes importados bajaría, en términos relativos.
Por el momento, la inflación está fuera de la meta anual (que es 4% con una tolerancia de 1%) y al mes de julio se ubicó en 8.36% en términos interanuales. ¿Es esto el efecto de importación de inflación o las autoridades monetarias son co-responsables de la inflación actual? La evidencia parece señalar directamente al Banguat y a su política durante y después de la pandemia. Además, parece afirmar que la inflación sigue siendo un fenómeno monetario.
Arnold Harberger, profesor de la Escuela de Chicago, desarrolló un modelo de medición de inflación para Chile, que muy fácilmente puede ser aplicado para otros países de Latinoamérica, que tiende a funcionar bastante bien, pues ayuda a explicar la relación entre el crecimiento de la masa monetaria, la inflación y el crecimiento de la producción.
Y calcula el valor de retardo o de atraso que puede generar, en los precios, el incremento del dinero en circulación. Esto, hoy puede ser entendido muy bien como un indicador de que toma un tiempo que el nuevo dinero en circulación genere efectos en los precios y además, que una inflación – por ejemplo – fuera de meta, volátil o no esperada, puede generar expectativas de una inflación futura más elevada e inducir más alzas generalizadas de precios.
Considerando un período de tiempo mucho más largo (de 1961 hasta 2019), se calculó un modelo de inflación para Guatemala (del tipo mencionado) y los resultados son similares: el efecto del crecimiento de la masa monetaria y su retardo, explican el 90% de los incrementos de precios. Y al crecimiento del producto interno bruto (PIB) se le descuenta de inflación aproximadamente el 55%.
Con este modelo se corrieron simulaciones de inflación derivada del préstamo del Banguat al gobierno central durante la pandemia. Los resultados se estimaban entre 9% – 11%. Pero no se contaba con el ímpetu con que el Banguat ha adquirido dólares, con tal de frenar la apreciación del tipo de cambio, lo que puede inducir a mayor inflación.
Consecuencias de crear dinero
En economía existen muchas modas y una de ellas ha sido en los últimos tiempos y sobre todo después de la crisis del 2008, la creencia de que los bancos centrales pueden crear dinero casi ilimitadamente, sin consecuencias.
Fenómenos como la disrupción de la cadena de suministros y los confinamientos de la economía simplemente vienen a reforzar un aumento en los precios. Un shock de oferta en granos y suministros para producir energía (como la guerra Rusia–Ucrania) es otro hecho que también lo refuerza.
La inflación es un incremento generalizado y sostenido del nivel general de precios, derivado de un incremento en la masa monetaria, no descontado por un incremento de igual magnitud de la producción real.
Por lo tanto, no hay evidencia, excepto muchos argumentos (qué difícilmente podrían tomarse como evidencia) de que la inflación no es un fenómeno monetario. De esta forma también se puede responsabilizar de manera directa al Banguat de la pérdida de rumbo, en términos de inflación.
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El Banguat fue durante muchos años una institución seria que no se dejó llevar por presiones políticas. El juego de mantener artificialmente el tipo de cambio sin apreciación es un juego peligroso que puede traer consecuencias nefastas para la mayoría de la población.
Adicionalmente, en Guatemala no hay ningún sector que esté atrayendo divisas para apreciar el tipo de cambio y esto lleve a la ruina a otros sectores. Lo que sucede aquí es que no dejan funcionar a los mercados, de manera que nuestro principal producto de exportación son servicios heterogéneos crecientes. Es decir, la mano de obra migrante es el bien más diversificado que podemos exportar. Ellos se dedican a cientos, miles de trabajos diferentes.
Debemos exigir, como ciudadanos, que el Banguat cumpla con su promesa y responsabilidad de mantener baja la inflación.
Clynton López Flores es director Departamento de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Francisco Marroquín. Correo: clyntonr@ufm.edu