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Ocho de cada diez guatemaltecos en el área rural piden volver a clases presenciales
El sector rural apoya el regreso a clases presenciales, mientras que la opinión del sector urbano está dividida.
En las áreas rurales la población pide que las clases sean presenciales, luego de dos años de estar suspendidas. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
Luego de dos años de que los estudiantes recibieran clases a distancia, la idea del regreso a la presencialidad no es del todo aplaudida por los guatemaltecos, cinco de cada diez personas asentadas en la metropoli opinan que no es buen momento para retornar a las aulas. En el interior urbano la cifra se reduce a cuatro.
Sin embargo, en las áreas rurales la situación es otra: ocho de cada diez están a favor de que la enseñanza se reanude en los centros educativos, según el estudio Actitudes de la población hacia el covid en Guatemala elaborado por ProDatos, solo el 15.1 por ciento no avalan la medida.
Aprender en el confinamiento
El 16 de marzo del 2020 se puso pausa al ciclo escolar en el país, luego de que se diera a conocer el primer caso positivo de covid-19. La decisión se tomó para alejar a los niños de las aulas y protegerlos del contagio del nuevo coronavirus. Fueron 4.1 millones de estudiantes los que se confinaron en sus casas.
Para compensar la falta de clases presenciales sobre la marcha se implementaron estrategias para enseñar a distancia. El uso de guías de autoaprendizaje, programas de televisión y de radio fueron adoptados por el Ministerio de Educación (Mineduc) para atender a 3.1 millones de escolares del sector público.
Mientras que los colegios privados optaron por el uso de medios tecnológicos para impartir los cursos, y las clases virtuales fueron parte de la estrategia, una que en las áreas rurales no tuvo mayor impulso por el acceso limitado del internet y de aparatos móviles.
Para el segundo año de pandemia el planteamiento fue adoptar un sistema híbrido (aprendizaje en casa y en el aula) condicionado por el semáforo epidemiológico, pero buena parte del territorio nacional se mantuvo en alerta roja por la constante alza de contagios de covid-19 que se registró a nivel municipal y eso frenó su avance. La otra condición era que los establecimientos cumplieran con los protocolos sanitarios, como aforo y ventilación, para garantizar un retorno seguro a la presencialidad.
Luego de un cambio de criterios, este 2022 de nuevo se puso en discusión el regreso a la presencialidad, en medio de la confirmación de la variante ómicron en el país y un nuevo incremento de casos positivos, y el reciente anuncio de la disponibilidad de la vacuna anticovid para población entre los 6 y 11 años de edad.
Razones de peso
Carlos Aldana, catedrático y doctor en Educación, menciona que no es casualidad que la mayoría de las personas en el área rural estén a favor de que los niños retornen a las aulas, pues estos dos años de pandemia agudizaron las brechas de acceso a la educación en poblaciones con menos recursos.
“Los padres en el área rural muestran su desesperación porque sus hijos no están yendo a la escuela, porque las guías son insuficientes, porque la atención (de los maestros) se redujo a unas horas a la semana”, refiere Aldana, lo cual es un reflejo del abandono en que se encuentra la provincia en materia educativa.
Si bien en el área metropolitana hay mejores condiciones para los estudiantes, porque hay más acceso a la tecnología, no significa que muchos estudiantes de áreas urbanas no hayan visto limitada su educación al no tener dichos recursos, pues en las ciudades también hay hogares en pobreza.
De acuerdo con Verónica Spross, de Empresarios por la Educación, el que en el área rural haya mayor apertura para que los estudiantes vuelvan a los salones de clases se debe, en parte, a que en los establecimientos públicos los espacios son amplios y algunas escuelas han sido remozadas.
Señala que en el área urbana pesa aún el temor al contagio de covid-19, pues los sitios son más reducidos, y que la falta de transporte urbano también puede generar en los padres de familia cierto rechazo a enviar a sus hijos a los centros educativos. Además preocupa que los niños se contagien en las aulas y lleven el virus a casa e infecten a adultos mayores o a personas con comorbilidades.
En el área urbana la cultura de vacunación contra el covid-19 es mayor, menciona, por lo que este podría ser también un factor que lleve a que menos población esté a favor de las clases presenciales, hasta que los niños estén vacunados.
Sin embargo, también refiere que hay un efecto psicosocial en los infantes que no se debe obviar. Estar alejado de las aulas y de sus pares por casi dos años ha impactado en las emociones y en las habilidades de socialización. “Vale la pena que las comunidades escolares se preparen para un regreso pronto a las aulas, aunque sea con el sistema híbrido, pues es necesaria la relación alumno y docente, para que se potencien los aprendizajes no alcanzados”, indica Spross.
Aldana aboga por el retorno responsable a la presencialidad, el cual comienza por la respuesta del Estado a la creación de condiciones adecuadas de infraestructura, de medidas de higiene y biosanitarias en las escuelas, como también la respuesta de los educadores por asegurar las condiciones en el aula, y un esfuerzo psicosocial por parte de los maestros de crear condiciones para el retorno progresivo a clases.