Política
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¿Cambiarán las posturas de Latinoamérica (y de Guatemala) respecto al conflicto Rusia-Ucrania a 14 meses de su inicio?
De momento solo China ha hablado de un plan de paz del cual occidente desconfía porque Pekín no ha condenado del todo la invasión.
Giammattei ha sido el único presidente de Latinoamérica en visitar Ucrania y que se reunión con el gobernante de ese país Volodímir Zelenski. El viaje que tuvo lugar en julio del año pasado. (Foto Prensa Libre: Gobierno de Guatemala)
El conflicto entre Rusia y Ucrania está por llegar a los 14 meses y a pesar de que al inicio se creyó que repercutiría solo en esa parte del mundo, sus efectos se han dejado sentir prácticamente en todo el globo.
Estos han sido sobre todo económicos, aunque no menos importante la inestabilidad que ha representado para la paz mundial ante la posibilidad de que se involucren otras potencias. La amenaza nuclear no se ha dejado de mencionar en este tiempo.
Otra consecuencia es la polarización mundial, un ámbito del que no escapa América Latina.
En febrero pasado la mayoría de los países de esta región respaldaron la resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en la que se pide el “cese de hostilidades” en Ucrania y la retirada de las tropas rusas de ese país.
De los aliados de Moscó en Latinoamérica, solo Nicaragua votó en contra, Cuba se abstuvo mientras que Venezuela no pudo votar por un problema de impago de cuotas que mantiene con el organismo mundial. Bolivia y El Salvador también se abstuvieron.
Pero, a pesar de que una mayoría de países latinoamericanos haya respaldado dicha resolución, esto no se ha traducido un apoyo diplomático más vehemente hacia Ucrania o lo que sería lo mismo, una condena más enérgica hacia las acciones de Vladimir Putin.
Del continente, solo Guatemala y Chile han condenado la invasión rusa y han mostrado su respaldo a Kiev.
¿Qué se juegan los países?
Algunos analistas en el continente consideran que, en función de sus intereses, los países adoptan la posición que consideren más conveniente. Así, naciones con las economías más grandes, como Brasil, México y Argentina, han pretendido mantenerse neutrales.
Las posiciones también pueden estar influenciadas por EE. UU. y China, el primero abiertamente a favor de Ucrania y el segundo que ha oxigenado la economía rusa, por ejemplo, al convertirse en su principal cliente de hidrocarburos tras las sanciones impuestas por occidente al régimen de Putin, lo que ha sido interpretado por algunos como un respaldo al Moscú.
En ese juego mundial de intereses, es claro que EE. UU. ha mantenido vínculos históricos y comerciales con Latinoamérica, pero la influencia de Pekín en la región ha crecido progresivamente al punto de convertirse en un importante socio económico de los países.
El centro de análisis Inter-American Dialogue, con sede en EE. UU., registra que China ha desembolsado en préstamos para países latinoamericanos, del 2005 a 2022, más de US$138 mil millones. Por aparte BBC News Mundo cita en un artículo cifras de la ONU, según las cuales para el 2020, el intercambio comercial de esta región y China alcanzó los US$310 mil millones.
Aldo Bonilla, internacionalista y profesor universitario, precisa de que “el posicionamiento de los países latinoamericanos está marcado por la fuerte influencia de EE. UU.”, por lo que la postura que adopten dependerá de su relación con este país, así como de sus intereses económicos y geopolíticos.
Añade que, a pesar de la creciente influencia de China en la región, EE. UU. “sigue siendo un actor importante y mantiene una fuerte influencia política y económica”.
Países le apostarán a la negociación
Analistas consideran que tarde o temprano los países involucrados directa o indirectamente en el conflicto tendrán que buscar una salida negociada, y creen que el resto de naciones, incluso las de Latinoamérica, tendrán que respaldarla.
El exembajador y exvicecanciller, Luis Fernando Andrade Falla, afirma que el desgaste por el conflicto y la crisis humanitaria más los costos que esta ha producido son insostenibles y “cuando hay un agotamiento los países empiezan a cuestionar la viabilidad de mantener una guerra”, sobre todo porque no se ve una victoria militar de un algún bando.
La guerra, añadió, empieza a generar descontentos, incluso, dentro de EE. UU., mientras que sus aliados tradicionales como Francia y España, han viajado a Pekín, a propósito del plan de paz que el gigante asiático promueve, en una aparente muestra de respaldo a la iniciativa.
Brasil, cuya posición se puede interpretar como un sentir latinoamericano, se va a sumar a este esfuerzo y “todos los países en algún momento” tendrán que hacerlo, a consideración de Andrade Falla, quien cree que dependiendo de la salida diplomática que se consiga se puede generar “un nuevo orden mundial”, en favor de China y en detrimento de EE. UU. al menos desde el ámbito diplomático.
“China ya desplazó EE. UU. en materia diplomática en Oriente Medio —y— EE. UU., en la guerra, está perdiendo el liderazgo diplomático de una negociación de paz. Si China logra este proceso de paz, se va a poner encima de EE. UU. en materia diplomática”, aseveró el exembajador.
Hay desconfianza
Sin embargo, hay quienes desestiman que los aliados tradicionales de EE. UU. se sumen la iniciativa de Pekín.
Existe desconfianza porque China no ha votado en contra de Rusia en las votaciones de la ONU y por otras acciones con las que parece “han apoyado a Rusia”, manifiesta Jorge Ortega, docente de la Escuela Superior de Relaciones Internacionales de la Universidad Galileo.
No obstante, considera que China no muestra un apoyo definido por ningún bando y por lo tanto no pujará porque otros países respalden a Rusia ya que sus objetivos son otros.
Sus estrategias van en la línea de ampliar su capacidad de transporte marítimo, lo que se ha llamado la nueva “ruta o red de la seda”. En tal sentido, explica Ortega, “está comprando territorios cercanos a puntos geopolíticamente estratégicos”, como en el canal de Suez —en Egipto—, o en Haití, en donde planea instalar un puerto “para tener dominio del paso por el Mar Caribe”.
“Están armando una red de puertos y rutas de navegación para, en 2050, consolidarse y tener la hegemonía de la navegación comercial”, subrayó el docente universitario.
Bonilla coincide en que la posición de China gira en torno a proteger sus intereses económicos en los dos países ya que “su multimillonario proyecto de la nueva ruta de la seda involucra el paso por ambos”, por lo cual le interesas mantener buenas relaciones tanto con Rusia como con Ucrania.
Caso Guatemala
Andrade Falla expone que Guatemala debe sumarse a favor de una salida diplomática y pacífica, ya que tomar posición a favor de Ucrania, poco a poco se ha vuelto “intrascendente”.
“La posición de Guatemala —respaldar a Ucrania— se hizo en función de quedar bien con EE. UU. no hubo ni siquiera pragmatismo, sino oportunismo”, añade el exembajador, quien afirma que, más temprano que tarde, todos los países se sumarán al pedido de una salida negociada.
Ortega opina que la postura de Guatemala siempre ha sido de solucionar la guerra a través de la vía diplomática ya que las acciones no han pasado de recibir a refugiados ucranianos. Asimismo, estima que el conflicto no finalizará en el corto plazo, aunque cree que debe alcanzarse una solución ya que persiste la sensación de que “puede expandirse a otras regiones o países”.
¿Cuestión ideológica?
Bonilla explica que la diplomacia, conocida como la ciencia que vela por los intereses de un país, también puede ser condicionada por una confrontación “pseudo ideológica”, de tal cuenta no es casual que Argentina y Brasil no opinen abiertamente del conflicto dado a que son los socios comerciales latinoamericanos más importantes de Rusia.
Ortega coincide al señalar que “hay una correlación ideológica” de los países identificados de izquierda que respaldan a Rusia.