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Equipo militar ruso a Nicaragua: Los impactos para Guatemala ante una posible escalada bélica entre las potencias mundiales
Disparidad militar entre Nicaragua y los países centroamericanos se acentúa con el envío de tropas por parte de Rusia.
Un tanque ruso T71 participa en un desfile militar en la Avenida de Bolívar a Chávez, en Managua. (Foto Prensa Libre: EFE)
El pasado 14 de junio la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó el ingreso al país de personal militar ruso, como parte de un intercambio castrense entre Managua y Moscú, que permitirá, incluso la llegada de aviones y otras aeronaves.
Nicaragua lleva una década de aprobar estos acuerdos, pero en esta ocasión cobra relevancia por la coyuntura mundial en la cual Rusia mantiene su invasión en Ucrania desde febrero pasado, con la condena de occidente, pero con el aval, o al menos el silencio, de otras potencias mundiales, como China.
Mediante el decreto, Rusia tiene permitido enviar tropas a Nicaragua durante el segundo semestre del 2022 para participar en operaciones “en contra de ilícitos” en el mar Caribe y en el océano Pacífico.
También militares rusos para participar con el Ejército nicaragüense “en intercambio de experiencias y ejercicio de adiestramiento en operaciones de ayuda humanitaria” y para el “intercambio de experiencias y de comunicación operacional con naves y aeronaves del Ejército de Nicaragua en labores de enfrentamiento y lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado”.
Aunque el decreto autoriza también el ingreso de tropas de otros países, incluso de EE. UU., tiene poco sentido cuando Washington ha señalado al gobierno de Daniel Ortega de violaciones a los derechos humanos y desconoce al régimen.
Confrontación mundial
El subsecretario de Estado de EE. UU. Brian Nichols ya expresó su preocupación por el movimiento ruso en Centroamérica y lo ha calificado como una “provocación peligrosa”.
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Asimismo, después de conocerse la aprobación del parlamento nicaragüense, el congreso de Costa Rica aprobó que, también entre julio y diciembre de este año, puedan llegar al mar costarricense hasta 46 buques de guerra y gasta siete mil marines estadounidenses.
El conflicto en Ucrania ha desatado los peores temores de una guerra a escala mundial, incluso nuclear. Las tensiones parecen ir en aumento. Recién el martes de esta semana la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajárova, advirtió que EE. UU. y sus aliados están al borde de un conflicto militar con su país.
Añadió que, “evidentemente tal conflicto supone el riesgo de una escalada nuclear”. Washington respondió con el anuncio de ayuda financiera a Ucrania por US$1 mil 700 millones para recuperarse de la “invasión rusa”.
Semanas antes, la periodista Olga Skabeeva ya había dicho que era hora de que Rusia desplegara “algo poderoso más cerca de las ciudades estadounidenses” ya que los misiles de EE. UU. “casi pueden llegar a Moscú desde territorio ucraniano”.
Implicaciones
¿Pero hay razones para creer que la llegada de tropas rusas a Centroamérica suponga algún riesgo para el istmo? O ¿Cómo deberían reaccionar los países de la región?
El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, dijo que su país “ve con preocupación” la llegada de tropas rusas a su vecino del norte y dijo que junto a otras naciones es algo que monitorean de cerca. La Cancillería guatemalteca hasta el momento no ha emitido ningún comentario al respecto.
El internacionalista y catedrático universitario, Alexander Sandoval, considera que toda la región, incluyendo Guatemala estaría en riesgo al momento que estalle un conflicto mundial, por la cercanía de que un actor, en este caso Nicaragua, se involucrara de lleno en el conflicto.
De darse el caso, afirma, inevitablemente Guatemala tendría que preparar a su ejército para una eventual guerra, aunque este de entrada no es fuerte y no puede compararse con el nicaragüense, “entones, la población estaría en riesgo”.
Los efectos secundarios de un conflicto global tan cercano podrían traducirse, además, en menos empleo y más inflación, y por ende en más pobreza.
Las consecuencias serían “catastróficas”, señala Sandoval. Y lo peor, dice, es que la posibilidad de que Nicaragua albergue armas rusas de largo alcance no es lejana. “Es más, podría ser que ya cuente con ellas y el resto de la comunidad internacional no lo sepa”, apuntó.
El doctor Jorge Ortega, docente de la Escuela Superior de Relaciones Internacionales de la Universidad Galileo, expuso que el movimiento geopolítico de Nicaragua puede tener “consecuencias inusitadas para los centroamericanos”. El primero, el desbalance entre las fuerzas militares de los países que hasta el momento viven en relativa paz.
Advirtió que esta acción de Managua “pone en riesgo la estabilidad del continente americano” y “podría estar abriendo las puertas a una tercera guerra mundial de consecuencias devastadoras para la humanidad”.
“Esto es como un ajedrez gigante. Occidente hace un movimiento para limitar a Rusia y Rusia mueve su pieza y nos la pone aquí cerca”, explicó Ortega, quien añadió que por el alcance y precisión de las armas que probablemente lleguen a Nicaragua representa un riesgo para la región.
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¿Qué deben hacer los países?
Los analistas coinciden en que Guatemala y el resto de los países de la región no pueden quedarse al margen de esta coyuntura.
Si bien, tanto Rusia como Nicaragua tienen el derecho soberano de buscar acercamientos con los países con los que compartan intereses, deben tomar en cuenta los principios de la Carta de Naciones Unidas y los tratados o acuerdos multilaterales o bilaterales que han ratificado, relacionados a la seguridad y defensa global.
Sandoval explicó que la diplomacia es la forma ideal de manifestar una postura regional o bilateral con Nicaragua para hacerle saber las posibles reacciones ante cualquier situación que atente contra la seguridad regional.
En el caso de Guatemala, el experto considera que esta coyuntura puede aprovecharla para fortalecer su política exterior en el marco de la paz y defensa hemisférica y cree que el país también puede y le conviene fortalecer sus relaciones bilaterales de seguridad y defensa con EE. UU.
El doctor Ortega opina que el resto de los países centroamericanos deben reaccionar para evitar cualquier riesgo que termine en una confrontación de las potencias mundiales en el istmo.
De hecho, dijo que Centroamérica cuenta con mecanismos para evitarlo, como el Tratado Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica (TMSDC) de 1995, que en esta coyuntura ha sido ignorado, pero que manda a los países firmantes a abstenerse de adquirir, mantener o permitir el estacionamiento o tránsito en sus territorios de armas de destrucción masiva e indiscriminada.
Además, también se podría discutir el tema de forma bilateral entre las cancillerías de los países, en el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) o en el Parlamento Centroamericano (Parlacén). Estos mecanismos podrían “suavizar, evitar o diluir cualquier confrontación en nuestros territorios”, remarcó Ortega.
Antecedentes
Desde el regreso de Daniel Ortega al poder, Nicaragua ha estrechado sus vínculos con Rusia. Al principio fue receptor de cooperación, de dotaciones de trigo, vehículos y maquinaria, pero a partir del 2016 comenzó a recibir equipo militar.
De esa forma han llegado al país al menos 50 tanques de guerra T72-B1, cuatro lanchas patrulleras, dos lanchas coheteras, así como aviones de combate y entrenamiento Yak-130.
En octubre de 1962, EE. UU. y Rusia —en ese entonces la Unión Soviética— estuvieron a un paso de que sus tensiones en medio de la Guerra Fría culminaran en un conflicto nuclear, cuando se supo que este país había desplegados misiles de mediano alcance a Cuba y que construía bases para su lanzamiento.
Fueron 13 días de incertidumbre. EE. UU. envió casi un centenar de buques de guerra alrededor de Cuba, y decenas de escuadrones de combate patrullaban, con el objetivo de interceptar aviones soviéticos que llevaran material de guerra.
La crisis terminó después de intensas pláticas entre funcionarios de los presidentes John F. Kennedy y Nikita Kruschev, y luego de que EE. UU. se comprometiera a retirar sus misiles de Turquía y a no invadir Cuba, y Rusia a desmantelar las bases y repatriar los misiles.