Política
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Vicepresidente de El Salvador: “Somos nosotros mismos los enemigos de la integración”
Vicegobernante salvadoreño sostiene que como países dispersos somos irrelevantes en el mundo y asegura que hay un buen ambiente para propiciar la integración centroamericana.
Una unión centroamericana facilitaría el comercio. Hoy en día un transporte de carga puede tardar hasta 24 horas en cruzar una frontera. (Foto, Prensa Libre: Hemeroteca PL).
En agosto pasado, el vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa, presentó a los países miembros del istmo una propuesta, para pasar de la integración a la “unión centroamericana”.
En conversación con Prensa Libre, Ulloa habla de cómo marcha el proceso, profundiza en los cambios que se plantean y se muestra optimista por el recibimiento que han hecho de la propuesta los países de América Central.
¿En qué fase está el proceso de unión y hacia dónde plantea llegar?
Hace un par de días, en la segunda jornada en El Salvador, presentamos un documento que es el primer borrador sobre lo que debería ser la nueva versión del Protocolo de Tegucigalpa que no ha tenido ningún cambio sustantivo desde su creación, en 1991. Creemos que es hora de que Centroamérica dé un paso adelante y pueda pasar de la integración a la unión. Con la integración los órganos funcionan de manera individual, pero al hablar de unión hablamos de una entidad superior en la cual las instituciones operan como parte de esa nueva entidad.
¿Cuáles son las ventajas de apostarle a un proceso sólido de integración?
La unión le dará la posibilidad a la región de ser un sujeto relevante en este mundo porque estando desunidos y con procesos diversos o desintegrados y con prioridades sectoriales no vamos a alcanzar ese nivel de desarrollo que demandan los procesos universales. Los países que forman el Sica —Sistema de Integración Centroamericana— son la cuarta economía de América Latina, pero sueltos, dispersos somos irrelevantes por lo tanto queremos avanzar en a la revisión del Protocolo de Tegucigalpa para integrar los órganos fundamentales. Hoy por hoy lo único que funciona son las cumbres presidenciales, pero los otros dos órganos fundamentales que administran las funciones principales de un órgano republicano, la Corte Centroamericana de Justicia y el Parlamento Centroamericano (Parlacén) no funcionan como debe ser.
¿Está optimista en cuanto a la propuesta, cómo lo han recibido los países del Sica?
Siempre va a haber desigualdad de opiniones y grupos que se oponen a la integración porque se benefician de esa desunión. Desde la época de la República Federal hubo grupos que se dedicaron a combatir la unión, todavía hay personas y sectores que volverían a fusilar a —Francisco— Morazán porque no quieren la unión. Pero nosotros queremos aprender de la historia y nos vamos a tener que unir porque no hay otra opción, vivimos en una región privilegiada del planeta, pero muy vulnerable a desastres naturales eso nos debe hacer estar unidos y trabajar juntos y luchar por el beneficio de nuestras naciones.
¿Quiénes se benefician de esa desunión del istmo?
Hay de todo, sectores económicos que prefieren mantener cuotas privadas de exportación, otros de carácter político y otros de carácter social que ven amenazados sus intereses. Siempre va a haber diferencias políticas entre líderes presidentes y gobiernos, pero son más las cosas que nos unen que las que nos separan, entonces hay que administrar nuestras diferencias y fortalecer los temas que nos unen y que ya sabemos cuáles son: la búsqueda de bienestar, la creación de espacios para la movilidad de mercancías y de personas, la necesidad de tener una sola fuerza para combatir los desastres y otras amenazas como el narcotráfico y el crimen organizado que no se pueden resolver por país.
¿Ve factible un proyecto de unión con las asimetrías sociales, institucionales e incluso democráticas que hay entre países?
El esfuerzo es trabajar por ello, porque si nos ponemos a enumerar vamos a encontrar obstáculos que lo impiden. Europa, con países con diferentes lenguas y creencias religiosas y diversos modelos políticos, 27 naciones se pusieron de acuerdo para crear un espacio de desarrollo. Nosotros tenemos el mismo idioma, los mismos valores y solo somos ocho estados ¿No podemos hacer el esfuerzo? El reto está en superar esas diferencias, somos nosotros mismos los enemigos de nuestra integración. Claro, habrá factores externos que siempre han jugado a mantenernos separados porque para efectos de grandes intereses transnacionales es mejor tener a cada paisito doblegado que tener un sujeto económico político y social fuerte. Tenemos que lidiar con amenazas externas e internas a la integración.
¿A qué se refiere con intereses transnacionales, a las grandes potencias, por ejemplo, cuando hay que negociar distintas cosas?
Sí. Solo para decirle un ejemplo, en el pasado vimos que las transnacionales negociaban aquí con las bananeras, la United Fruit Company tiene su historia en Guatemala. Ahora somos una región que produce una importante cuota de café a nivel mundial, pero cuando empezamos a vender, por un lado Guatemala, por otro Honduras y por otro El Salvador, cada quien va a negociar sus propias cuotas y no es mismo a que lo hiciéramos como un bloque de países productores de café.
La Opep —Organización de Países Exportadores de Petróleo—se reúne y fijan precios, así podríamos hacerlo como región, podríamos marcar los precios y nosotros regular el mercado del café y no las grandes empresas que son las que dicen cómo nos pagan el producto en prejuicio de los productores y pequeños finqueros y quienes se quedan con la ganancia son los intermediarios. Debemos tener esa visión de conjunto para poder ser sujetos relevantes en el mundo.
¿Con sistemas muy presidencialistas cree que los países estarán dispuestos a ceder su soberanía y someterse a una entidad supranacional?
Eso es lo que menos problema debe dar porque cuando hablamos de cesión de soberanía no hablamos de que habrá un ente que interferirá en los asuntos internos de los estados, sino de someternos a normas de carácter comunitario, a procesos administrativos y a todo lo que se genere en el espacio comunitario. Que un Parlacén no se meta en la legislación de cada país, pero que pueda dar normas que sean obligatorias en toda la región como tener un pasaporte único que nos favorecería a todos.
En Europa uno puede atravesarse desde cualquier país sin hacer filas en las fronteras, aquí para pasar una frontera hay que esperar horas y se atrasa el comercio y el desarrollo, eso es absurdo, es —producto de— una mentalidad subdesarrollada la que han tenido nuestros predecesores de no haber podido superar estos problemas Hay que romper esos esquemas de pequeños feudos para tener una visión de región.
Notamos que en la reunión solo asistió un canciller, el de Nicaragua, no así del resto de países ¿Cree que pueda haber algún recelo de los otros estados por ser una propuesta de El Salvador?
No. Es que la reunión era de vicepresidentes y estuvimos cuatro delegaciones vicepresidenciales, en el caso de Nicaragua la vicepresidenta —Rosario Murillo— delegó al canciller. En las reuniones ha participado el vicepresidente Guillermo Castillo, pero ese día no asistió. Siempre hemos tenido diálogos, pero a veces hay cuestiones que impiden viajar. No es que haya un mal ambiente para la integración sino limitantes. La vicepresidenta de República Dominicana había confirmado, pero ya no pudo llegar. El buen ambiente está, porque nos mantenemos comunicados y en esa convocatoria todos enviaron a sus representantes, en este momento no encontramos a ningún país que esté en contra de la integración.
¿Según la hoja de ruta establecida en cuánto tiempo ve hecho realidad este sueño de la integración?
Los plazos son difíciles de marcar en este tipo de reuniones porque las voluntades políticas van modificándose, lo que tenemos claro es que el primer borrador que aprobamos en la reunión de San Salvador lo vamos a tener terminado en 2024 y ese es el que se va a pasar a todos los jefes de Estado y ahí sabremos.
¿Pero lo ve en cinco, 10 o 15 años?
Yo sueño con que se apruebe en 2024, pero entendemos que es complicado porque tendrán que armonizarse procesos migratorios, aduanales, de seguridad y eso implica poner a trabajar a diversos equipos.
El Parlacén es una institución sumamente cuestionada porque gasta recursos y se señala de ser refugio de señalados de corrupción. ¿Según la propuesta qué pasaría con esta institución?
El Parlacén no goza de buena imagen en ningún país, pero no es culpa de la institución, sino que es responsabilidad de los jefes de Estado porque son ellos los que tienen la potestad de cambiar el protocolo constitutivo y hacerlo funcional. En la propuesta que hemos elaborado se cambia desde el nombre, que será Consejo Legislativo para no creer la idea de que es un órgano que se mete —en políticas internas de un país—. El problema es que, cuando se creó el Parlacén se creó como un espacio de debate no para legislar. Luego, otro error fue cuando se hizo el Protocolo de Tegucigalpa, no se incorporó al Parlacén, como sí se creó la Corte Centroamericana de Justicia, ahora hay que corregirlo.
Para mi la solución no es cerrarlo, sino hacerlo funcionar como una entidad legislativa que pueda producir normas de obligatorio cumplimiento, la iniciativa de ley que tienen los diputados no es vinculante para ningún Estado y esa es su gran deficiencia, es el momento de hacer una reingeniería de los organismos regionales. Nosotros pretendemos llevarle a los jefes de Estado una propuesta viable, realista porque si los ocho aceptan ese documento la integración va a dar ese salto y vamos a pasar a la unión.
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