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¿Biden rompió la promesa de un enfoque humanitario en su política fronteriza y se acerca a Trump?
Tras fracasar en sus intentos de crear un conjunto más “humanitario” de leyes migratorias, Biden ha reaccionado de una manera que pocos de sus simpatizantes habrían esperado.
El presidente Joe Biden en una videoconferencia sobre la COVID-19 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, desde el Auditorio de la Corte Sur del Edificio de Oficiales Ejecutivos Eisenhower en el complejo de la Casa Blanca en Washington, el miércoles 22 de septiembre de 2021. (Doug Mills/The New York Times)
Las imágenes bien pudieron venir directamente del manual migratorio del expresidente Donald Trump: agentes de la Patrulla Fronteriza a caballo en la frontera suroeste arreando a familias haitianas desesperadas para luego someterlas a una rápida deportación de Estados Unidos.
De hecho, el esfuerzo agresivo para desalojar a toda prisa un campamento improvisado de más de 15.000 migrantes haitianos en Del Río, Texas, fue parte de una respuesta del gobierno del presidente Joe Biden que incluyó un “aumento” de agentes en la zona invadida y el uso de una política migratoria de la era de Trump para regresar de inmediato a muchas personas a su país.
El vocero del presidente Biden comentó que las escenas de agentes a caballo eran “terroríficas” y no eran “aceptables ni apropiadas”. La vicepresidenta Kamala Harris mencionó que “los seres humanos nunca deberían ser tratados así”. El Departamento de Seguridad Nacional señaló que estaba investigando el asunto.
No obstante, las deportaciones son un ejemplo crudo de cómo Biden —quien el 2 de febrero declaró que su meta era “enmendar la vergüenza moral y nacional de la administración previa”— está desplegando algunas de las iniciativas migratorias más agresivas que implementó Trump durante los últimos cuatro años.
Tras fracasar en sus intentos de crear un conjunto más “humanitario” de leyes migratorias, Biden ha reaccionado de una manera que pocos de sus simpatizantes habrían esperado. En un caso tras otro, Biden se ha mostrado dispuesto a usar medidas estrictas, aunque lucha con un desafío que ha molestado a otros presidentes durante décadas: asegurar las fronteras sin dejar de lado las obligaciones humanitarias de Estados Unidos con los migrantes que huyen de dificultades económicas, inestabilidad política y violencia.
La estrategia ha provocado un feroz debate en el gobierno, donde algunos de sus más altos asesores están a favor de políticas más rígidas que disuadirían a las personas de intentar cruzar la frontera, mientras que otros defienden una postura más hospitalaria.
La línea dura ha enfurecido a los defensores de la inmigración, quienes han arremetido contra el presidente por expulsar a los haitianos.
Sin embargo, su frustración con Biden va más allá de la situación actual. Muchas personas mencionaron que habían empezado a dudar si el presidente tenía la voluntad o el deseo de cumplir alguna de sus promesas en materia de inmigración.
“La pregunta que está en el aire ahora es: ¿en realidad en qué sentido es distinto de Trump?”, cuestionó Marisa Franco, directora ejecutiva de Mijente, una organización que defiende los derechos civiles de los latinos, quien asesoró la campaña de Biden como representante del senador Bernie Sanders, independiente de Vermont. “En su campaña mencionó que la inmigración era uno de los lugares en los que Trump había sido inhumano y había fracasado. Pero, hasta donde yo sé, Trump ya no es el presidente”.
A los funcionarios del gobierno de Biden les enfurece esa insinuación, pues consideran que el presidente deshizo muchas de las políticas antiinmigrantes de Trump a unas horas de haber asumido el cargo. Además, aseguran que los asesores están unidos en apoyo de una estrategia que incluye crear un nuevo y robusto sistema de asilo y al mismo tiempo acabar con la inmigración ilegal.
Parte del dilema que enfrenta Biden es que sus esfuerzos por usar el poder de su cargo para promulgar un cambio duradero en materia de inmigración han sido bloqueados por jueces federales escépticos del poder ejecutivo y demorados por una burocracia que el expresidente entorpeció a propósito. Su propuesta para una reforma de gran envergadura a las leyes migratorias al parecer no llegará lejos en el Congreso y, el domingo, sus esperanzas de proveer un camino a la ciudadanía para los millones de migrantes que viven en el país sin un permiso legal recibieron un grave revés en el Senado.
Los aliados de Biden culpan a los republicanos de obstaculizar los cambios necesarios porque, para ellos, el caos en la frontera mientras él esté en el cargo es un buen instrumento político.
“Los republicanos ya saben qué hacer con esto, ¿no?”, comentó Cecilia Muñoz, directora del Consejo de Política Nacional del expresidente Barack Obama y su más alta asesora en el tema de la inmigración. “Siempre que puedan impedir que un gobierno demócrata progrese en la inmigración, podrán actuar con demagogia. Siempre que le impidan resolver el problema, será una herramienta política”.
En una audiencia celebrada el martes, el senador Josh Hawley, republicano de Misuri, acusó al gobierno de Biden de permitir “una inmigración ilegal descontrolada y continua al país”.
No obstante, para muchos activistas a favor de la inmigración, la reacción del presidente frente a la ola de cruces fronterizos —incluida una declaración firme de que la frontera estaba cerrada y una negativa a permitir que muchos migrantes obtuvieran refugio en Estados Unidos— fue un recordatorio nefasto de los años de Trump y las agresivas políticas de Obama.
Apuntan al hecho de que Biden ha luchado en los tribunales contra grupos defensores de los derechos civiles para que su gobierno pueda mantener una de las políticas migratorias más estrictas de Trump: el uso de la ley de salud pública conocida como Título 42 que permite que las autoridades les nieguen a los migrantes los derechos usuales a pedir asilo durante la pandemia de la COVID-19.
La regla de salud pública no se está aplicando a todos los migrantes en la frontera. De febrero a agosto, los agentes realizaron alrededor de 1,24 millones de capturas de personas que cruzaron la frontera suroeste, según datos del gobierno. La regla fue utilizada para prohibirles la entrada en un 56 por ciento de los casos. Otros migrantes pudieron entrar a Estados Unidos gracias a una serie de razones, entre ellas exenciones de la regla de salud pública.
Sin embargo, los activistas arguyen que el uso de la autoridad debería descartarse por completo.
“Esta estrategia de disuadir primero no es correcta y simplemente no funciona”, opinó Todd Schulte, presidente de FWD.us, una agrupación en favor de la inmigración que ha sido aliada del gobierno.
En días recientes, algunos funcionarios de la administración, entre ellos miembros del personal de la oficina de Harris, han realizado llamadas a organizaciones humanitarias. Esta semana, altos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional han sostenido llamadas con organizaciones de defensoría que representan a la comunidad haitiana y con las que trabajan in situ en Del Río. El lunes, demócratas con altos cargos en el Congreso solicitaron un alto a la expulsión de migrantes haitianos.
Unos 1500 migrantes haitianos han sido deportados con rapidez, aunque a miles más se les ha permitido el ingreso a Estados Unidos mientras esperan sus audiencias de deportación, según un funcionario familiarizado con la situación, quien habló bajo la condición de permanecer en el anonimato porque no estaba autorizado a hablar sobre el tema. Muchos migrantes han solicitado asilo.
Eduardo Maia Silva, vocero del Departamento de Seguridad Nacional, señaló que los migrantes que no fueron deportados habían sido liberados con dispositivos de monitoreo, como un brazalete de tobillo.
En algunos casos, no pareció haber ningún criterio claro para determinar a quiénes se les permitía quedarse y a quiénes se enviaba de regreso a Haití, aunque los adultos solteros son deportados en su mayoría.
Muchos de los migrantes haitianos no buscan refugio de los desastres naturales ni la violencia política de este año. Más bien, han vivido durante años en Sudamérica, obligados a abandonar sus casas debido a desastres previos, inestabilidad y pobreza. Huir de la pobreza no suele ser suficiente para obtener asilo en Estados Unidos y muchos de los migrantes podrían ser deportados a la postre.
En entrevistas, varios migrantes haitianos que intentaron cruzar la frontera comentaron que habían hecho el viaje porque habían perdido sus visas o sus empleos y no les quedaba de otra más que encontrar una manera de sobrevivir en Estados Unidos.