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Todos dicen que las redes sociales son malas para los adolescentes, pero demostrarlo es otra cosa
Aunque muchos científicos comparten esta preocupación, hay pocas investigaciones que demuestren que las redes sociales son dañinas.
Un niño de 15 años usa su teléfono inteligente en Metter, Georgia, el 26 de abril de 2021. (Stephen B. Morton/The New York Times).
Las advertencias públicas han sido cada vez más fuertes respecto al daño que las redes sociales están haciendo a la salud mental de los adolescentes —la más reciente la hizo el jefe de Salud Pública de Estados Unidos— lo que se suma a los temores de muchos padres por el tiempo que pasan sus hijos con los teléfonos y lo que eso les está haciendo a sus cerebros.
Aunque muchos científicos comparten esta preocupación, hay pocas investigaciones que demuestren que las redes sociales son dañinas, o que indiquen cuáles sitios, aplicaciones o funciones son problemáticas. Ni siquiera existe una definición común de lo que son las redes sociales, lo que deja a los padres, legisladores y otros adultos en la vida de los adolescentes sin una guía clara sobre qué es lo que debe preocuparles.
“Tenemos alguna evidencia para guiarnos, pero esta es una situación en la que solo necesitamos saber más”, dijo Jacqueline Nesi, psicóloga de la Universidad de Brown, en Providence, Rhode Island, que estudia el tema.
¿Qué cuenta como redes sociales cuando se trata de la salud de los adolescentes?
El director general de Salud Pública de Estados Unidos, Vivek Murthy, advirtió el mes pasado que las redes sociales conllevan un “profundo riesgo de daño”, pero no nombró ninguna aplicación o sitio web. Su informe reconoció que “no existe una definición académica única y ampliamente aceptada de las redes sociales”.
La mayoría de los estudios analizan las plataformas con contenido generado por los usuarios, donde las personas pueden interactuar. Pero eso plantea muchas preguntas. ¿Importa si los adolescentes ven publicaciones de personas que conocen o no? ¿Hay alguna diferencia si publican o solo ven lo que otros publican? ¿Deben incluirse los juegos multijugador? ¿Aplicaciones de citas? ¿Grupos de chat?
YouTube es un ejemplo claro de la dificultad del caso. Es el sitio más popular entre los adolescentes por mucho: el 95 por ciento lo usa y casi el 20 por ciento dice que lo hace “casi constantemente”, según un estudio del Centro de Investigaciones Pew. El sitio tiene todas las características de una red social, pero no se ha incluido en la mayoría de los estudios al respecto.
Algunos investigadores especularon que es posible que YouTube no tenga tantos efectos perjudiciales, porque los adolescentes a menudo lo consumen pasivamente, como la televisión, y estos no publican ni comentan con tanta frecuencia como lo hacen en otras aplicaciones. O, dijeron los investigadores, podría conllevar los mismos riesgos que otras redes: ofrece contenido interminable y recomendaciones algorítmicas, similar a TikTok. No hay datos claros en ninguno de los dos casos.
¿Qué no sabemos?
Al revisar los estudios existentes sobre el uso de las redes sociales y la salud mental de los adolescentes se ha encontrado que la mayoría de estos son “débiles”, “incongruentes”, “no concluyentes” y “una serie de hallazgos variados”, y que están “llenos de evidencia contradictoria” y “una falta de calidad”.
Ninguna investigación ha demostrado aún qué sitios, aplicaciones o características de las redes sociales tienen qué efectos sobre la salud mental. “No tenemos suficiente evidencia para decirles a los padres que se deshagan de una aplicación en particular o que reduzcan su uso después de un número determinado de horas”, dijo Sophia Choukas-Bradley, psicóloga y directora del Laboratorio de adolescentes y adultos jóvenes en la Universidad de Pittsburgh.
También es difícil demostrar que las redes sociales causan una mala salud mental, en lugar de estar correlacionada con esta. La mayoría de los estudios miden el tiempo dedicado a las redes sociales y los síntomas de salud mental, y muchos, aunque no todos, han encontrado una correlación. Pero otros investigadores dicen que medir el tiempo dedicado no es suficiente: en estos estudios, no está claro si el problema es el tiempo que se pasa en las redes sociales, o si se trata del tiempo que se pasa alejado de otras cosas, como hacer ejercicio o dormir. Y los estudios desdibujan, por ejemplo, si alguien pasa horas frente a las pantallas para escapar de la presión mental o para buscar el apoyo de amigos.
Algunos estudios han probado métodos novedosos en torno a estos problemas. Uno, a inicios del lanzamiento de Facebook a mediados de la década de 2000, comparó los campus universitarios que habían recibido acceso a la red social con los que no, y descubrió que su llegada tuvo un efecto negativo en la salud mental de los estudiantes.
Project Awesome, un estudio cuidadosamente diseñado por la Universidad de Ámsterdam y la Universidad Erasmus, en Róterdam, Países Bajos, analiza los efectos promedio de las redes sociales en mil adolescentes encuestados y cómo difieren según el individuo, y sigue a los adolescentes a lo largo del tiempo. Hasta el momento, descubrió que el tiempo que se pasa en las redes sociales es un factor menos importante que el estado de ánimo de los adolescentes mientras las usan.
Otros estudios han utilizado escaneos cerebrales para demostrar que cuando los adolescentes miraban los me gusta o revisaban las noticias con frecuencia, se activaba la sensibilidad del cerebro a las recompensas y castigos sociales.
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¿Por qué no hay una investigación más sólida?
Las investigaciones académicas llevan mucho tiempo —a menudo requieren años para obtener financiación, desarrollar los estudios, contratar personal, reclutar participantes, analizar los datos y enviarlos para su revisión y publicación. Reclutar menores es aún más difícil. Para cuando finaliza un estudio, los adolescentes a menudo ya pasaron a usar otra plataforma, por ejemplo, gran parte de las investigaciones sobre plataformas específicas se basan en Facebook, que la mayoría de los adolescentes ya no usa. Las empresas tecnológicas tampoco han compartido suficientes datos para ayudar a los investigadores a comprender los impactos de sus productos, según el informe del jefe de Salud Pública de Estados Unidos.
¿Cómo podrían los estudios futuros ser más concluyentes?
Los expertos dijeron que les gustaría ver investigaciones que examinen tipos específicos de contenido en las redes sociales, y cómo el uso de las redes sociales en la adolescencia afecta a las personas en la edad adulta, qué les hace a las vías neuronales y cómo proteger a los jóvenes contra los efectos negativos, entre otros temas.
Jonathan Haidt y Jean Twenge, psicólogos que han expresado una gran preocupación por el efecto de las redes sociales en los adolescentes, propusieron un experimento en el que a escuelas secundarias enteras se les asigne al azar que eviten o no las redes sociales.
¿Qué deben hacer los padres mientras tanto?
Los expertos están de acuerdo en que esperar por los resultados de las investigaciones no era una opción. En gran medida, también coincidieron en que cierto nivel de uso de las redes sociales era beneficioso. “Hay implicaciones perjudiciales para el desarrollo por no usar las redes sociales en absoluto, dado que ahí es donde ocurre la interacción social”, dijo Choukas-Bradley.
Los investigadores dijeron que las reglas de las redes sociales deberían depender de la madurez de los adolescentes individuales y sus desafíos, y dijeron que abordar los riesgos también debería ser responsabilidad de las empresas de tecnología y los legisladores, no solo de los padres. Convinieron en algunas medidas que los padres podrían tomar ahora:
— Establecer límites, especialmente a la hora de dormir.
— No dar un teléfono inteligente a un joven adolescente de inmediato. Comenzar con un reloj inteligente o un teléfono sin internet.
— Hablar con sus hijos adolescentes. Pedir que muestren lo que están viendo, preguntarles cómo se sienten y conversar sobre la privacidad y la seguridad.
— Elaborar un plan familiar para el tiempo que se pasa frente a la pantalla, que tenga en cuenta qué actividades aumentan el estrés y cuáles proporcionan satisfacción a largo plazo.
— Como ejemplo a seguir, haga usted mismo un uso responsable del internet.
No se trata de monitorear ciertas aplicaciones, dijo Caleb Carr, profesor de Comunicación en el estado de Illinois: “En cambio, los padres deben interactuar con sus hijos. Tal como lo hacían los padres antes de que existieran las redes sociales, hablen sobre ser buenos humanos y ciudadanos, hablen sobre el respeto a los demás y a sí mismos, y hablen sobre cómo les fue en el día”.