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Las limitaciones de los consulados de Guatemala para dar seguimiento a los casos de explotación laboral infantil
La migración de menores de edad guatemaltecos a EE. UU. aumenta año tras año, sin que las autoridades implementan planes para fomentar el arraigo.
Menores de edad procesados en un centro de detención en Donna, Texas. (Foto Prensa Libre: EFE)
En los últimos meses, medios de comunicación internacionales han publicado reportajes que revelan las condiciones riesgosas en que trabajan menores de edad que han llegado a EE. UU. de forma irregular.
Estos menores —hombres y mujeres— se desempeñan en fábricas que van, desde empacar cajas de cereal, hasta la limpieza de rastros.
Estas tareas están reservadas para adultos por lo riesgoso para la seguridad humana, por lo cual emplear a menores es una práctica ilegal; sin embargo, el Gobierno de Guatemala, por medio de sus consulados, se enfrenta a limitaciones de diversa índole para dar seguimiento a los casos.
La agencia de noticias Reuters detalló en un reportaje publicado en julio de 2022 que los menores entrevistados relataron que trabajan largos turnos en una planta que tiene historial de violaciones a la salud y seguridad de sus empleados, incluidos riegos de amputación.
A inicios de marzo de este año, el Washington Post publicó un reportaje, según el cual, más de un centenar de adolescentes de 13 a 17 años que fueron empleados para trabajar en limpieza de rastros en ocho estados, desinfectando cuchillos eléctricos para lo cual utilizaban agua hirviendo, espumas y ácidos industriales.
Por su parte, días después, The New York Times documentó casos de más de menores de edad que también hacían trabajos riesgosos como empacar cajas de cereal en medio de maquinaria peligrosa o cuidar hornos gigantes en productoras de alimentos.
Otros medios como NBC News o Telemundo han publicado historias similares.
Todas tienen en común que la mayoría de los menores son originarios de Guatemala y que las jornadas son tan agotadoras y extensas que han tenido que dejar la escuela, o bien, que se quedan dormidos en medio de las clases.
Limitaciones
El Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) dijo que existen varias limitaciones que no permiten a los consulados dar seguimiento a estos casos. Entre estas, la falta de denuncias y el hecho que de los menores o sus patrocinadores no se acercan a las sedes consulares, posiblemente porque prefieren pasar desapercibidos por su condición irregular.
El Gobierno de EE. UU. reveló recientemente que lleva a cabo una investigación por la explotación laboral infantil de unos 50 menores de edad y su posible conexión con redes criminales en Centroamérica.
El Minex asegura que la Embajada de Guatemala en Washington, D. C. ha sostenido reuniones con el Departamento de Trabajo de EE. UU. y les han manifestado su “preocupación por esta situación” y para poner a disposición los consulados para asistir a los guatemaltecos.
Pero otra limitante es el hecho de que en estas investigaciones la nacionalidad y status migratorio de las víctimas es irrelevante por lo cual “no se puede brindar la asistencia y protección correspondiente” al desconocerse el origen de los involucrados.
El minex asegura que los consulados verifican que las familias o las personas que están al resguardo de los menores cumplan con los requisitos de una vivienda digna y que vayan a la escuela; sin embargo, los reportajes de los medios estadounidenses afirman que estas obligaciones ni siquiera el Gobierno de EE. UU. la ha podido verificar.
Sin embargo, analistas considera que las limitaciones para accionar de los consulados también pasan por la falta de recursos y de personal.
Guatemala tienen 23 consulados en 15 de los 50 estados de la Unión Americana. Este año el programa de servicios consulares y de atención al migrante tiene un presupuesto vigente de Q285 millones para atender a casi tres millones de guatemaltecos que se calcula radican en EE. UU.
Tekandi Paniagua, excónsul de Guatemala en Texas y California, considera “imposible” que los consulados puedan hacerse cargo de la totalidad casos de explotación laboral infantil, como los revelados por los medios de comunicación estadounidenses.
Dijo que los departamentos de protección en estas sedes consulares son de cuatro o cinco personas y actúan a petición de las autoridades de EE. UU. y solo cuando estas lo consideran necesario.
“Guatemala no tiene la capacidad de litigar y trabajar esos casos”, dijo. Al limpiar cuchillas y rastros con químicos y toda la noche “se viola todo lo que tiene que ver con leyes de protección a la niñez” en EE. UU, añadió.
“La protección de los migrantes debería ser una prioridad del Minex —pero— los consulados no responden a las necesidades de los migrantes y menos de los menores de edad”, expuso Fernando Castro, consultor migratorio.
Migración incontenible
Analistas no dudan de que los menores viajan a EE. UU. con el objetivo de trabajar e incluso consideran que parten de Guatemala ya con un empleo garantizado. En el reportaje del Washington Post se menciona que conseguir permisos de trabajo falsos es una práctica común.
Las investigaciones también están dirigidas hacia empresas reclutadoras puesto que las compañías suelen desvincularse de los procedimientos de contratación de su personal.
Esta aparente facilidad para que los menores sean colocados en puestos de trabajo puede ser uno de los motivos del crecimiento exponencial de la migración de menores de edad. En 10 años, según datos oficiales de EE. UU., las detecciones de menores guatemaltecos aumentaron 1 mil 700%, y pasaron de tres mil 314, en 2012, a 60 mil 780 en 2022.
Los gobiernos de EE. UU. y Guatemala constantemente lanzan campañas de advertencias por los peligros de hacer la travesía de forma irregular, pero esta oferta laboral combinada con las cada vez más precarias condiciones y falta de oportunidades en las áreas rurales del país probablemente no la detengan en el corto plazo.
El sacerdote Mauro Verzeletti, exdirector de la Casa del Migrante de Guatemala y miembro de la Misión de San Carlos Scalabrinianos, lamentó que en años recientes ha habido un “gran retroceso” en cuanto al desarrollo de la niñez guatemalteca, lo que atribuyó a la “poca voluntad política” de las autoridades.
Además, señaló que EE. UU. no tiene una política clara de cómo tratar a la niñez migrante y reprochó que no haya querido cambiar la legislación migratoria actual debido a los “muchos intereses ocultos en la política norteamericana” que siempre habla de desarrollo en los países expulsores, pero “nunca ocurre algo novedoso”.
“Las políticas migratorias restrictivas imponen nuevas formas de vida familiar para la niñez migrante y menosprecian el derecho al debido proceso”, detalló Verzeletti. “Cada día que pasa, la niñez migrante está más alejada del derecho que tiene de un desarrollo de su vida dentro de un hogar”, agregó.
“Para lograr una sociedad saludable, igualitaria y equilibrada se necesita políticas migratorias integrales, que contemplen los derechos económicos, políticos, sociales y culturales”, subrayó.
Recursos idóneos
El excónsul Paniagua, quien dio acompañamiento a decenas de casos de menores no acompañados que llegaban a la frontera sur de EE. UU., estimó que el 98% de los menores de edad logran quedarse con un recurso familiar idóneo —mamá, papá o hermano— el resto, con muchas dificultades se quedan con otros familiares.
Hay otro pequeño porcentaje que no se le haya un recurso familiar y el gobierno les da una salida voluntaria y son devueltos a su país; no obstante, Paniagua comentó que hubo casos en los que los familiares en Guatemala se negaban a aceptar al menor porque les decían que “no había dinero para que viviera”.