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El maestro de Todos Santos Cuchumatán que transformó su casa en museo
Durante más de 30 años, Fortunato Pablo Mendoza ha planteado la necesidad de conocer más sobre las culturas originarias tanto en su localidad como en distintas partes del mundo.
El nacimiento de Fortunato Pablo Mendoza en Todos Santos Cuchumatán, Huehuetenango, marcó una premisa reivindicativa que lo llevó a preguntarse e investigar acerca de su origen maya mam. (Foto: Cortesía Alexander Pérez Ventura)
Encontrar la respuesta detrás del cómo nos construyen los contextos que habitamos, o mejor dicho, cómo podríamos construirlos desde nuestras formas de creer, sentir y convivir, puede ser una lumbrera individual para la comprensión de nuestro origen y futuro, pero también un regalo para los demás cuando decide compartirse.
Asimismo, se podría decir que a sus 70 años, Fortunato Pablo Mendoza ha vivido con esta premisa.
Maestro y promotor cultural originario de Todos Santos Cuchumatán, Huehuetenango, Pablo Mendoza ha cimentado una historia desde la docencia primaria por 30 años y además como una persona comprometida con la reivindicación de la ancestralidad maya mam.
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Su tránsito lo ha llevado a dialogar y compartir con varias personas, tanto en el país como en el extranjero, y reconoce que su facilidad comunicativa mezclada con su orgullo cultural le han permitido insistir en la importancia del origen, lo cual ha implementado incluso desde su casa, a la que convirtió en un museo donde resguarda piezas antiguas que atañen a la localidad todosantera y la cultura mam.
Desde su perspectiva como docente, ¿cómo ha sido la formación educativa en los contextos que ha trabajado?
Al estudiar Historia comprendí que, desde hace mucho tiempo, con la invasión española, los indígenas no habíamos tenido derecho a la educación. Era algo a lo que solo podían aspirar ciertas personas como los peninsulares o los criollos. En la actualidad seguimos viviendo los efectos de esas diferencias. El país, con una gran población indígena, tiene uno de los mayores índices de analfabetismo a nivel mundial.
Aquí, en Todos Santos, hemos estado atrasados en la educación. Tan solo en la época que estudié no había paisanos que fueran profesionales, y
muchos solo habían llegado al tercer o cuarto grado de primaria. En mi caso, mi papá no estuvo tan de acuerdo con que yo siguiera estudiando el sexto grado.
En esa época vino a Todos Santos el compositor José Ernesto Monzón. Como él había nacido acá le interesó apoyar la comunidad y me ofreció ayuda económica para que tuviera una beca del Ministerio de Educación. Luego gané la oportunidad y pude estudiar en la Escuela Normal
Rural de Occidente, donde me gradué como maestro.
Esto nos lleva a hablar también del vínculo entre educación y cultura. ¿Qué piensa en la importancia de insistir en el aprendizaje de las culturas indígenas?
Es algo en lo que me he involucrado desde la universidad; sin embargo, en ese tiempo solo recibí pinceladas de distintas culturas. Pero después fue importante cuando participé en congresos lingüísticos y tuve la oportunidad de conocer comunidades nativas de Estados Unidos, México y Colombia.
Hay gran cantidad de aspectos que faltan por conocer. Por esa razón me ha interesado hablar más de nuestra historia en Guatemala, y también porque soy una persona muy comunicativa que conserva su cultura mam.
¿Cómo le llevó esto a crear el Museo Balam?
He entendido muy bien que mi cultura mam es un orgullo, pero también sé que hemos perdido una gran cantidad de conocimientos. Por esto se creó el museo: para recordar y rescatar información de la historia de Todo Santos Cuchumatán.
¿Cuáles son las características del museo?
El museo lo inicié en el 2008. Al principio estaba en un almacén en el centro de Todos Santos Cuchumatán, pero luego lo trasladé a mi casa. Muchas de las piezas que están allí las he guardado desde hace varios años. Varias han sido recuperadas porque había personas que las tiraron a la basura o pretendían quemarlas.
Entre las piezas que se pueden encontrar hay sombreros de hace 250 años, indumentaria como huipiles o pantalones antiguos, trajes
que se han usado para los bailes del torito o del venado, máscaras, marimbas, tambores o flautas, una campana de bronce de hace más
de 100 años, una colección de fotografías del siglo XX, códigos del siglo XVI y piezas de barro, entre otros.
Fortunato Pablo Mendoza, maestro e historiador
He entendido muy bien que mi cultura mam es un orgullo, pero también sé que hemos perdido una gran cantidad de conocimientos.
¿En qué personas ha generado mayor interés la colección del museo?
Varios estudiantes de Todos Santos Cuchumatán y de otros puntos suelen visitarlo. También turistas que llegan de Estados Unidos, Alemania y Francia. Muchos dejaron de venir debido a la pandemia. En promedio solía recibir a unas 125 personas por año. Aunque sea un número bajo, es
interesante porque no siempre hay mucho turismo acá, y además es el único museo de Todos Santos Cuchumatán.
¿Cómo cree que han recibido el resto de las personas en la comunidad este proyecto?
A veces los paisanos no aprecian tanto los valores culturales de la comunidad. Ha pasado que muchos dejaron de creer, porque ha existido una
influencia de varias personas religiosas que desde ese aspecto mal empleado piensan que nuestras creencias son “malas”.
Aunque yo fui bautizado en la religión no me interesaba ser una persona fanática y que no valorara su cultura. Con la idea del museo hay una misión de dar a conocer el valor cultural y mostrar que, por ejemplo, el calendario maya o la marimba no son “cosas del diablo”.
¿Cuáles son los desafíos que ha encontrado frente a personas que creen eso?
Parte de la meta es dar a entender que la cosmovisión maya no esconde nada malo. Desde ella se puede obtener gran conocimiento de la tierra, los fenómenos y los elementos que sirven para los humanos, las plantas y los demás seres vivos.
Por eso hay un intento para que no se discrimine nuestra cultura. Cuando vienen las personas al museo trato de desmentir cosas como, por ejemplo, que los antiguos mayas eran paganos. Se trata de dar a entender que son distintas formas de vida.
¿Qué importancia cree que tienen las instituciones culturales del Estado para que se atienda más a este tipo de nociones que podrían ampliar el conocimiento social?
Uno de los trabajos que he hecho es el de investigar el presupuesto en los municipios de Huehuetenango. Me di cuenta de que casi todas las municipalidades no tenían un rubro establecido para asuntos culturales. Creo que es necesario que en general los gobiernos puedan tener
más presupuesto.
Podría haber mejoras para sitios arqueológicos en los que no se invierte. No valorar la cultura es algo que viene desde arriba. El Ministerio de Cultura y Deportes dice que la cultura es motor de desarrollo, pero, ¿qué sucede cuando no se le da combustible a ese motor? Creo que no podría funcionar.
En vista de esos desafíos, ¿cuáles son algunos de los planes que le gustaría continuar realizando?
A manera principal mantener el museo hasta que me muera. También quiero seguir escribiendo acerca de mi vida como maestro, y de la historia
de Todos Santos Cuchumatán.